HA nevado en Grazalema, en Ubrique, en Algodonales, incluso en Algar y otras poblaciones de la Sierra. Tenemos una ola de frío. Pero otra vez hemos perdido la oportunidad. Ni un copito de nieve despistado se ha dejado ver por Cádiz. Al menos, no todavía. Es sabido que nevó en esta ciudad el 9 de febrero de 1935. Es sabido porque José María Pemán escribió un artículo antológico, titulado Nieve en Cádiz, con el que ganó el premio Mariano de Cavia. Se supone que nevó en Cádiz sólo para que don José María ganara el premio. Pues después, poquita cosa. También cayó algo parecido a la nieve el 3 de febrero de 1954. Sin embargo, en los últimos 63 años no se ha visto nada. Varias generaciones han nacido sin nieve en Cádiz.
UN Carnaval de Cádiz sin colas para conseguir entradas sería considerado como un fracaso. Es sabido que el 50% de las entradas de preliminares que se venden por Internet se agotó prácticamente antes de salir a la venta. O unos minutitos después, quiero decir. Las entradas digitales salen al mogollón, y al ratito ya se sabe que no va a quedar ni una. Se ha convertido en una costumbre, desde que tuvieron la ocurrencia en tiempos de Vicente Sánchez como concejal de Fiestas. El sistema fue duramente criticado, porque Internet no distingue entre gaditanos y extranjeros. Aparte de que nadie sabe si los duendes de Internet son hackers o reventas.
TRANQUILIDAD, señoras y señores, que no me he vuelto loco todavía. Con este título no quiero decir que Cádiz esté pasando ahora por su mejor momento, viendo lo que se ve, sino que en el Foro de Cádiz, que tuvo lugar el lunes en la Casa Pemán, se planteó esta interesante cuestión al ponente, que era Manuel Bustos, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Cádiz. ¿Cuál fue el mejor momento de Cádiz en toda su historia? Se hablaba del Tricentenario de la Casa de la Contratación. Bustos lo pensó un poco, reconoció que barría para casa, y optó por el Cádiz del siglo XVIII, el Cádiz del comercio americano, el Cádiz que alcanzó altas cotas de prosperidad y cultura.
TENIENDO en cuenta el interés del Ayuntamiento por la reforma de la plaza de España, convendría que se fijaran bien en el Monumento de las Cortes de Cádiz. Es una herencia que todavía conserva la ciudad desde 1912. Es lo más vistoso que ha quedado de las celebraciones del Centenario de la Constitución de Cádiz. Es un monumento que actualmente presenta un estado lamentable y que necesita una restauración a fondo, con reposición de lo que se ha perdido, para que no se convierta definitivamente en las Ruinas del Cádiz de las Cortes y la Constitución de 1812. Es decir, para que no se transforme en algo esencialmente arqueológico.
NI bien, ni mal, sino todo lo contrario. El gran problema de Cádiz es que existe un vacío de poder. Desde los tiempos de Fermín Salvochea, Cayetano del Toro, Ramón de Carranza, José León de Carranza, incluso de Carlos Díaz, y evidentemente de Teófila Martínez (por citar sólo a algunos de los más conocidos) el alcalde o la alcaldesa de Cádiz han liderado la ciudad. Para bien o para mal, pues sobre gustos hay diferencias. El gran problema de José María González Santos es que no lidera nada. Y no es por falta de mayoría absoluta, sino porque cualquiera no puede ser un líder.