SORPRENDIÓ, y mucho, que una de las primeras reuniones del nuevo alcalde de Cádiz, Bruno García (PP), la cumpliera con la alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada (PSOE). Sorprendió, porque hoy en día no es normal que un político del PP y una política del PSOE se reúnan, negocien y busquen acuerdos por el bien de los ciudadanos. Que eso no sea normal confirma que la alta política de este país es anormal, o subnormal (es decir, por debajo de lo normal). Uno de los aspectos que trataron es la reconversión de la autovía entre Cádiz y San Fernando (ahora denominada CA-33) en una avenida o bulevar. Esta vía surgió como evolución del antiguo Camino Real, que servía de histórico enlace. Pero es una cuestión menor entre Cádiz y San Fernando, que son dos hermanas separadas, dos islas que incluso podrían volver a unirse.

A nuestra paisana gaditana Teresa Rodríguez le ha tocado una lotería política. Porque el Tribunal Constitucional ha fallado a su favor (y de ocho diputados afines), en la denuncia que presentaron cuando fueron expulsados del grupo de Adelante en el Parlamento andaluz. ¡Enhorabuena, Teresa! Aún no es pública la sentencia, pero según el adelanto que llega a Andalucía, esa lotería se la pagará el Parlamento (o sea todos los andaluces), en vez de abonarla los grupos que habían aprobado ese disparate, que fueron los miembros de Podemos e Izquierda Unida, comandados por Inma Nieto (que la echaron), y los grupos del PSOE, Vox y Ciudadanos, que avalaron la petición, al estimar que se ajustaba al reglamento. El PP se abstuvo. Y ahora el TC considera que era ilegal.

POR sus obras los conoceréis. Eso se decía de los alcaldes, en otros tiempos. Si había entregado para la posteridad algunas obras dignas de recuerdo, se consideraba positiva la gestión. Si no hizo nada interesante, ustedes lo disculparán. En Cádiz, cada cual recordará lo que hicieron los alcaldes y alcaldesas. Por no tener demasiada memoria histórica y hablar de José León de Carranza, nos podríamos centrar en lo que hicieron Carlos Díaz, Teófila Martínez y José María González Kichi. Y que cada cual saque sus conclusiones. Pero hoy me refiero a dos obras públicas que vienen coleando desde los tiempos de Teófila, que fueron prometidas por Kichi, y que siguen pendientes hasta llegar a Bruno. El Pabellón Portillo y el Teatro Pemán son obras que corresponden al Ayuntamiento. También están, ciertamente, las de la Junta, de todos desconocidas, porque nadie las ve, aunque las prometen.

DESDE la Transición democrática, en Cádiz hemos tenido cuatro alcaldes: Carlos Díaz (PSOE), Teófila Martínez (PP), José María González Kichi (Izquierda Gaditana de Adelante, o lo que sea) y Bruno García (PP). Todos han organizado grandes regatas. La de este fin de semana, la pidieron con Kichi y la han rematado con Bruno. Cualquier alcalde o alcaldesa de Cádiz se pirra por montar algo vistoso en el muelle. Dicen que la ciudad vive de espaldas al puerto. Esto se dice desde que lo aprovecharon para derribar las antiguas murallas en 1906. Pero la gente que se pone de espaldas es porque no quiere mirarlo de frente.

NO era sólo un buen muchacho, que salía de figurante en algunas agrupaciones de Carnaval. Si nos referimos a Francisco Moray Velatta, que era su nombre en el DNI, quizá pocos sepan identificarle. Pero Paquito del Mentidero era un personaje del Cádiz profundo, esa ciudad que ya casi no existe, y a la que no se debería ver nunca con menosprecio, ni con falsa superioridad cultural. Al contrario, Paquito era gadita, no sólo gaditano, y encarnaba las esencias festivas del Mentidero, uno de los tres barrios del folklore local, junto a Santa María y La Viña. Aunque también el más olvidado de los tres, el más venido a menos en los últimos años, cuando los pisos turísticos, la impersonalidad y una pátina de decadencia lo han sacudido demasiado.