LA gente está despistada, entre el coronavirus, la borrasca Filomena y la ola de frío. Parece el Apocalipsis. En otros tiempos, se hubiera dicho que no respetan ni que estamos en Carnaval. Porque el fin de semana pasado, en condiciones normales, tocaba organizar la Pestiñada, la Erizada y la Ostionada. Y esta semana, con una participación como en los tiempos de Teófila, hubiera comenzado el concurso del COAC en el Gran Teatro Falla. Y todas las agrupaciones llevarían un pasodoble para acordarse de las castas del Patronato y otro para criticar a la alcaldesa. Y el concurso se terminaría todos los días a las tres de la madrugada, hora a la que regresarían los autobuses a Alcalá de Guadaíra, Marbella o Isla Cristina. Y el Jurado Diario estaría puntuando, con los mismos de siempre en los primeros puestos. Y en Cádiz no se hablaría de otra cosa, ni nadie pasaría frío en los colegios, porque el ambiente estaría calentito.

LA política cultural en Cádiz (o en Honolulú) no debe ser de izquierdas ni de derechas, sino cultural. En la ciudad de Cádiz, a diferencia de otros asuntos, en este no hay sectarismo ideológico, ni revanchismo, ni cosas así, sino que no hay nada de nada. Y creo que no es por mala intención, ni siquiera por falta de medios, sino por falta de ideas. Lo primero es ubicarse, saber lo que quieren. Por ahí se empieza a fallar. Tampoco hay un liderazgo relevante. A Kichi sólo le interesa el Carnaval, cuyo aspecto cultural es secundario frente a lo festivo. A la concejala Lola Cazalilla la van a volver loca, y en los últimos tiempos se ha venido a menos. Ahora emerge Paco Cano, con sus propuestas sobre el rico patrimonio cultural gaditano que está desaprovechado.

SE ha cumplido el objetivo: llegar al día de los Reyes Magos sin confinamiento. En Cádiz, como en toda Andalucía, hubiera sido muy duro, porque es una fiesta de profundo arraigo popular. Y aunque Melchor, Gaspar y Baltasar han tenido menos cartas y menos trabajo (por las ausencias de esos que en tiempos de Franco llamaban emigrantes, esos gaditanos que no han venido este año desde otras comunidades y otros países), en general los niños y gran parte de los mayores ya tienen hoy sus regalos. La producción del carbón ha caído en picado en España, es políticamente incorrecta, y eso hace que dirigentes que han contribuido al desastre, como Salvador Illa, incluso reciben regalitos chulos.

LA gente deportiva y con humor negro dice que 2020 será recordado como el Año del Bicho, porque le han dado a Cristiano Ronaldo el premio al mejor jugador del siglo XXI, en la gala Globe Soccer Awards. A CR7 algunos ocurrentes informadores de Madrid le pusieron como apodo El Bicho, cuando era el niño bonito de Florentino Pérez. No se sabía entonces que, pocos años después, El Bicho sería un coronavirus, llamado SARS-Cov-2, al que la gente denomina el Covid 19, o la Covid 19, que es el nombre de la pandemia que ha causado. El Ministerio de Igualdad, que encabeza Irene Montero, aún no se ha pronunciado sobre si es femenino o masculino. Siendo un bicho malo debería ser masculino.

EL Gordo de Navidad ya no es lo que era. En realidad, por culpa de la pandemia y del Gobierno, ya casi nada es lo que era. Ahora el Gordo se juega a puerta cerrada, como los partidos del Cádiz. Si el fútbol es un deporte al que juegan 11 y casi siempre ganan los alemanes, el Gordo ahora es un premio que se reparte por España, aunque siempre toca en la administración madrileña de Doña Manolita y en Cataluña. A la provincia de Cádiz antes no llegaba, pero ya resulta agraciada, y no sólo con quintos premios. La gente decía ayer: ha tocado el primero en El Puerto de Santa María. Bueno, resultó que era un solo décimo del 72.897. Así da alegría, pero no es como en Reus (Tarragona), donde vendieron 60 series y repartieron 240 millones. Igual que en Punta Umbría (Huelva). Este año el Gordo ha llegado a Andalucía (la comunidad más poblada, como nos recuerda Juanma Moreno) y ha tocado otro buen pico en Granada.