EL Gordo de Navidad ya no es lo que era. En realidad, por culpa de la pandemia y del Gobierno, ya casi nada es lo que era. Ahora el Gordo se juega a puerta cerrada, como los partidos del Cádiz. Si el fútbol es un deporte al que juegan 11 y casi siempre ganan los alemanes, el Gordo ahora es un premio que se reparte por España, aunque siempre toca en la administración madrileña de Doña Manolita y en Cataluña. A la provincia de Cádiz antes no llegaba, pero ya resulta agraciada, y no sólo con quintos premios. La gente decía ayer: ha tocado el primero en El Puerto de Santa María. Bueno, resultó que era un solo décimo del 72.897. Así da alegría, pero no es como en Reus (Tarragona), donde vendieron 60 series y repartieron 240 millones. Igual que en Punta Umbría (Huelva). Este año el Gordo ha llegado a Andalucía (la comunidad más poblada, como nos recuerda Juanma Moreno) y ha tocado otro buen pico en Granada.

EN esta pandemia los partidos políticos han perdido prestigio y credibilidad, por su demagogia y populismo. Pongo un ejemplo reciente, como se podría incluir otros. El PSOE gaditano, por medio de su portavoz, Mara Rodríguez, pidió al Ayuntamiento gobernado por Kichi que permitan que las terrazas puedan quedarse montadas desde las 18 a los 20 horas (cuando debían cerrar según las normas de la Junta, gobernada por PP y Ciudadanos), y lo justificaba porque “parece que las medidas de la Junta de Andalucía están especialmente encaminadas en castigar al sector hostelero”. No hará falta, porque ayer la Junta se enterneció y permitirá abrir “a las cafeterías”, aunque mantiene la prohibición de vender bebidas alcohólicas en ese horario.

LA iglesia del Carmen, de Cádiz, se construyó en el siglo XVIII, tras la llegada de los carmelitas descalzos. Las obras culminaron en 1762. Hasta 1964 no fue nombrada parroquia por el Obispado, entonces con Antonio Añoveros al frente. Quiere decir que transcurrieron más de dos siglos hasta ser erigida como parroquia; pero sí era un convento, lo más importante en su caso. Llegaron a residir allí más de 30 frailes carmelitas, y hasta fecha reciente no menos de cinco. Eso es preferible a tener una parroquia con un solo fraile residente en San Fernando. Por muy buena voluntad que ponga, como es el caso. El problema no es que la iglesia del Carmen deje de ser una parroquia, sino su futuro. Y, además, la división del barrio del Mentidero, que es troceado y repartido entre San Antonio y el Santo Ángel (Castrense).

DECÍAMOS antier que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el vicepresidente Pablo Iglesias, así como el alcalde Kichi en la ciudad de Cádiz, deberían ofrecerse voluntarios para vacunarse públicamente, y dar un buen ejemplo a los negacionistas. Es sabido que más del 55% de los españoles son partidarios de que no se vacunen ellos, sino otros, para ver qué pasa. Hay más partidarios de ser los últimos que de ser los primeros. El presidente Sánchez se ha arrancado con garbo, y le dijo a Pedro Piqueras en Telecinco que está dispuesto a vacunarse en público, si eso ayuda a que los españoles dejen sus recelos. Sánchez ha dicho “aquí está el tío”. Confirmando que le gusta ser el niño en el bautizo, el novio en la boda… ¿Y el difunto en el entierro? No, eso no. Pero le hace tilín tener su cuota de protagonismo.

HAY gente para todo. Algunos ya están preguntando: “Oiga usted, ¿quiénes serán los primeros en vacunarse en Cádiz? ¿El primero o la primera aparecerán en la portada del Diario? ¿Es verdad que Kichi se ha ofrecido voluntario para lavar su imagen? Vayamos por partes, que todavía no se sabe quiénes serán los primeros. Y que nadie empiece a formar colas delante del Hospital Puerta del Mar, con las sillitas de playa y los termos de café para las noches en vela, como si fueran a vender las entradas del Carnaval. ¡Tengan paciencia, que no se acabarán! No habrá reventa de vacunas, o eso esperamos. Y en cuanto a Kichi, no hay constancia de que se haya ofrecido voluntario para vacunarse públicamente. Kichi se bañaba en la Caleta, pero no es como Fraga en Palomares, tirándose pegotes y luciendo tipo con la bomba de los americanos.