ALGUNOS pensarán ¿cómo es posible que titule un artículo El desastre deportivo, con la temporada que lleva el Cádiz CF? Es el líder indiscutible de Segunda, con 11 puntos de ventaja al segundo. Y el filial, en Segunda B (¿se acuerdan?), donde está manteniendo el tipo. Pues ese es el problema, precisamente, no que el Cádiz vaya tan bien, sino que el fútbol es el único deporte que interesa en la ciudad. Todo lo demás es como si no existiera. Deportes que en otras ciudades españolas son muy populares (y aquí también lo eran) como el baloncesto, el balonmano o el voleibol, permanecen fuera de la elite. Ningún banco, caja de ahorros ni empresa apuesta por ellos, como en otras ciudades. Es por motivos empresariales y económicos (no hay bancos ni multinacionales con sede central en Cádiz), pero también por las patéticas instalaciones deportivas.
INCLUIR a la provincia de Cádiz como séptimo destino mundial en las rutas de la guía Lonely Planet es bueno, pero no exageren. Van rotando los destinos, y no aparecen los más evidentes. La ciudad recomendada para 2020 es Salzburgo (Austria), y entre las 10 primeras figuran otras dos europeas: Galway (Irlanda), que es la cuarta, y Bonn (Alemania), que es la quinta. Pero no incluyen a París, Londres, Roma, Viena, Praga, Venecia y las ciudades a las que va el turismo masivo. En las rutas, la primera es la Seda (que quiere potenciar Xi Jinping, el presidente de China), y cierra la lista de las 10 primeras la Amazonia, a pesar de que Bolsonaro la ha devastado, según denunció Kichi en Twitter.
SIEMPRE que cierran un bar histórico hay un buen motivo para un tango o un pasodoble. Siempre son entonados múltiples lamentos en el Diario a modo de necrológica de la hostelería. Va a pasar con el Lucero, que fue remodelado, y ya se anuncia el fin de su actividad. Pasó antes con Los Pabellones, y con el Pedrín, y con Casa Samuel, y con el Mikay, y con la cervecería Caleta con su barra, y con el Español, y con tantos de la zona portuaria de San Juan de Dios. Hoy, en Cádiz, por cada bar que cierran abren dos, pero después los siguen cerrando, porque ninguno es eterno. Cada tiempo tiene sus bares. Suelen ser negocios familiares, que pasan de padres a hijos, o a los sobrinos, o a los encargados, o a un amigo, hasta que dejan de pasar y les dan el barquinazo.
EN los astilleros de la Bahía de Cádiz se suele destacar lo malo y omitir lo bueno. La gente inocente piensa que los astilleros gaditanos son unos lugares donde no hay trabajo, y los empleados van allí a tomar el sol y a departir con los trabajadores de las subcontratas que tampoco tienen nada que hacer, y de vez en cuando, se dedican a destrozar el puente Carranza y a pelearse con la Policía, para iluminar el camino a los insumisos del Quim Torra de Cataluña. Por supuesto, es una visión estúpida, que no se corresponde con la realidad, pero que perdura desde los tiempos de Felipe y Aznar. Aunque cuanto menos se hable de los astilleros de Navantia, mejor. Cuanto menos aparecen en los periódicos, las radios y las televisiones, mejor, porque más dedicados están a lo suyo, que es trabajar como una industria especializada. El mejor ejemplo lo tenemos en el astillero de Cádiz capital.
LOS Reyes Magos gaditanos de 2020 serán los más mediáticos de los últimos tiempos. Probablemente, se hablará de ellos en todos los telediarios, no sólo en los de Onda Cádiz. Es un pelotazo que entre los monarcas orientales figure Alejandro Sanz, cantante de fama universal, además de Hijo Adoptivo de Cádiz; así como Antonio Martín, que es uno de los grandes autores del Carnaval de todos los tiempos, y fue galardonado este año con la Medalla de Andalucía. Y, como Estrella muy estrella, la Niña Pastori, la misma que canta aquello de Cai, entre otros éxitos. ¿Y los demás? Pues son gaditanos de base, ese es el mensaje que se ha querido transmitir con el rey mago Diego González Torres, y con el cartero real José María Caneda.