SIEMPRE que un concejal dimite por discrepancias con su grupo político, le reclaman que devuelva el cargo que consiguió. Se ha vuelto a ver en el caso del ya ex portavoz de Ciudadanos en Cádiz, Domingo Villero, que ha dimitido, pero continuará como concejal no adscrito. Unos se van definitivamente, incluso de la política, y otros se van del partido, pero se quedan en el Ayuntamiento, como Villero. Hay que decir, muy claramente, que está en su derecho. La legislación electoral española es rotunda en ese sentido. El acta del concejal es personal. Y sólo se puede transferir a otra persona de la lista si el titular renuncia a seguir en el Ayuntamiento, o si fallece.
EN otras ciudades andaluzas, incluso de la provincia, hay un debate social sobre la influencia del urbanismo y la vivienda en los barrios marginales. El concepto del barrio marginal es delicado, ya que no sólo se asocia con niveles bajos de renta y pobreza, sino también con el tráfico de droga, la delincuencia y la inseguridad. Todo se pone dentro del mismo saco. En Cádiz se vivió algo parecido, en la década de los 80 del siglo pasado, con el Cerro del Moro. Allí realizó una gran labor social el actual Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, cuando era párroco y colaboró con los movimientos vecinales. Buscaron la ayuda de las administraciones. Empezaba un proyecto del que Cádiz puede estar orgulloso, a pesar de que también hubo sombras y se ha tardado más de 30 años.
LAS dudas sobre el futuro del edificio de Valcárcel son razonables, pero negativas para Cádiz. El proyecto que asumió la Junta de Andalucía en su anterior etapa, tras el acuerdo con la Universidad de Cádiz y el Ayuntamiento, incluye puntos discutibles y que se podrían lamentar a medio y largo plazo. Es el caso de la parcela del Campo de las Balas, donde pretenden construir una pista polideportiva para estudiantes, cuando es uno de los mejores terrenos para uso hotelero que quedan en Cádiz. Tampoco está claro que en los terrenos de Valcárcel puedan convivir la facultad y un hotel reducido y venido a menos. Pero no se pueden discutir los proyectos eternamente. Es lógico que el nuevo rector, Francisco Piniella, esté inquieto por el futuro de Ciencias de la Educación.
ENTRE los falsos proyectos industriales de la Bahía de Cádiz, había otro que se veía venir: el de los terrenos de Delphi. Allí se iba a instalar la empresa Ebion, que pagaría 5,4 millones de euros para construir una planta fotovoltaica y otra para depurar aguas residuales. Un proyecto ecológico y de lo más verde, políticamente correctísimo, que daría empleo a unos 200 trabajadores. También se anunció que la inversión total llegaría a 30 millones de euros y podría incluir uso hotelero, restauración y una electrolinera para coches eléctricos. Una inversión tan maravillosa que hasta el entonces vicepresidente de la Junta, Manuel Jiménez Barrios, asumió que se debía retirar Lógica, el nuevo proyecto industrial que sustituyó al del polígono de las Aletas, otro comecocos que no cuajó.
EN las necrológicas por el fallecimiento de Pepe Oneto se ha resaltado su aportación al periodismo democrático en España. Fue un personaje importante en los años de la Transición, porque supo encauzar el protagonismo de las revistas políticas en España, para crear una opinión justa y proclive al consenso. Esto hoy no se entiende. Por eso, es justo elogiar la aportación del periodista nacido en San Fernando. Y no se entiende porque aquellas revistas políticas no existen, y las redes sociales están marcadas por intereses partidistas y frikis sin criterio. La Transición se entiende mejor consultando antiguas revistas, como Cambio 16 y Tiempo, de las que fue director Pepe Oneto desde 1975 a 1996, más de 20 años entre ambas.