ESTAMOS en la temporada alta de bodas. En los fines de semana de septiembre y octubre, los templos han vuelto a acoger bodas como en los mejores tiempos de antes de la pandemia. Dicen los apocalípticos que cada año hay más ateos, pero aquí deben ser menos; aquí ser ateo es tristísimo. Y muchos jóvenes se quieren casar por la Iglesia católica, apostólica y romana, como Dios manda. Ojalá no sea sólo porque queda más bonito, sino porque hay un renacer espiritual. En Sevilla, gusta mucho lo glamuroso. En Sevilla gusta un desfile de Dior en la plaza de España. En Sevilla, cuanto más solemne, mejor. Y eso admira al forastero, acostumbrado a ver ministros sin corbata.

AL conmemorarse el primer aniversario de la visita del Señor del Gran Poder a los llamados Tres Barrios, algunos se están preguntando: ¿para qué sirvió aquella Santa Misión? El Señor de Sevilla salió de su basílica de la plaza de San Lorenzo, en el centro de la ciudad, para visitar las parroquias de la Blanca Paloma, la Candelaria y Santa Teresa. Aquellos días, por la zona de Los Pajaritos, la Candelaria, Amate y otros barrios de las inmediaciones, hubo un inusual ajetreo, un despliegue mediático (y policial), que situó el foco en unos lugares considerados conflictivos, y que no son zona de paso para la mayoría de los sevillanos. Escenas insólitas, costumbrismo desconocido. ¿Y qué ha quedado?

HE conocido como periodista a tres arzobispos nuevos en Sevilla (Amigo Vallejo, Asenjo Pelegrina y Saiz Meneses), y a los tres les colocaron etiquetas al poco tiempo de llegar. La etiqueta es como un sambenito, que se basa, generalmente, en la impresión causada a los cofrades. La etiqueta tiene tela marinera, cuesta mucho trabajo cambiarla, y se centra en cuestiones que no siempre son las propias del pastor de la archidiócesis. No entraré en detalles, por no enredar. El actual arzobispo, José Ángel Saiz Meneses, llegó de Tarrasa (Barcelona) con algunas lecciones aprendidas, y con un peón de confianza, que es de mucha ayuda en los quites. Ha caído bien a la feligresía, que es lo más importante, según parece. Pero don José Ángel tiene más hondura. En su intervención del martes, en el foro de la Fundación de la Cámara de Comercio, se le notó, y también se vieron algunos riesgos del etiquetaje.

A veces es oportuno recurrir al sabio refranero español. Hay uno que dice: “A falta de pan, buenas son tortas”. Es lo que ha pasado en Sevilla con las alternativas de la SE-40. A falta de túneles, que nunca construirán, lo menos malo será el puente guay sobre el río, que ya está en periodo de alegaciones. Parecía ideal construir el túnel (o los túneles, por mejor decir), pero seamos realistas: no habrá marcha atrás. En esas circunstancias, el puente es una opción menos mala que dejar la SE-40 interrupta. Y ahora lo que se debe exigir, desde la maltratada Sevilla, es urgencia en las obras.

SE le debe reconocer a Juanma Moreno Bonilla que ha triunfado. Su propuesta de cepillarse el impuesto del patrimonio, para que los ricos vengan a Andalucía, ha sido muy comentada en Madrid y en Barcelona. Eso ya es genial. Pues en Madrid y en Barcelona los asuntos andaluces importan lo mismo que en Sri Lanka o Mozambique. Sólo son noticia cuando el PP gana con mayoría absoluta donde siempre gobernaba el PSOE, o cuando condenan a dos presidentes de la Junta en el caso de los ERE. Por eso, que hablen hasta los independentistas, aunque sea mal, es rarísimo.