SE nos apaga noviembre, el mes más triste del año. Por culpa de los yanquis, parece que noviembre transcurre entre las fiestas de Halloween y las compras del Black Friday. Sin embargo, noviembre empieza con los difuntos y termina con la esperanza del Adviento. Noviembre es un Valdés Leal que se anticipa a Murillo en el calendario. Es un mes poético, muy literario. En Sevilla arrancó con la Feria del Libro en la Plaza Nueva. Y acaba con la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión en la Plaza Nueva. Los libros ya no son para las primaveras, sino para regalarlos en Navidad, al precio que están algunos. Las ferias libreras atraen chubascos, son como unas rogativas de las Letras. La gente, cuando se encuentra libros en la Plaza Nueva, mira al cielo por costumbre.

A los que se las prometían muy felices, con el Metro y las infraestructuras pendientes de Sevilla, les ha salido el tiro por la culata. Se esperaba una conjunción astral: José Luis Sanz en la Alcaldía, Juanma Moreno en la Junta de Andalucía y Alberto Núñez Feijóo en la Presidencia del Gobierno. Era una oportunidad histórica para que Sevilla consiguiera las líneas 2, 3 y 4 del Metro, los túneles de la SE-40, el enlace de Cercanías entre Santa Justa y San Pablo, y otras infraestructuras pendientes desde el siglo pasado. Sin embargo, se rompió la conjunción astral, de tanto darla por segura y buscarse socios equivocados. Para más inri, Pedro Sánchez ha colocado a Óscar Puente como ministro de Transportes.

EN este año de gracia de 2023 se conmemora el 775 aniversario de la conquista de Sevilla por el rey Fernando III el Santo y sus tropas. Con motivo de la restauración del culto cristiano, están celebrando un programa de actos extraordinarios. El Santo Entierro Grande se organizó con este motivo. El próximo sábado, día 25, también es santo, porque saldrá una procesión extraordinaria, con dos pasos: el de San Fernando y el de la Virgen de Valme, de Dos Hermanas, imagen tan fernandina. En Sevilla, todos los años organizan actos el 23 de noviembre, con la procesión de la espada. Y mañana se suma una función extraordinaria con la Virgen de los Reyes en el altar mayor. Son días extraordinarios.

A propósito de los Grammy Latinos, que en estos días tienen alborotada a Sevilla, se pasa por alto lo más curioso. ¿Por qué se llaman latinos si quieren decir español? Y todavía más pintoresco es llamarlos aquí Latin Grammy, en inglés, que no es una lengua latina. Estos latinos no son como Cicerón o Virgilio, sino que en América latina la lengua que mayormente se habla y se canta es el español, que llevaron los conquistadores desde los tiempos de Cristóbal Colón. También llegó el portugués, la lengua oficial de Brasil. Y se habla el francés en algún país, como Haití, o Canadá, más al norte, pero menos que el inglés, que no es un idioma latin. El español es entendido por una parte de la población de EEUU, de origen latino (o sea, hispano). Y con esto quiero decir que al final la gente habla y canta como le da la gana. Por eso, imponer las lenguas desde los gobiernos es una estupidez. Se imponen solas.

NO es sólo la amnistía, sino que además les van a dar todo lo que han pedido para la compraventa de los votos. Se compran y se venden porque no se conceden por motivos ideológicos, sino por intereses y prebendas. Ahora vamos a ver mejor los agravios comparativos ante los mismos problemas. Con una salvedad: mientras en Cataluña se quejan por todo, en Andalucía (y en Sevilla en particular) la gente se traga todo, con una resignación campechana que ya es lastimosa. En los trenes de Cercanías y Media Distancia tenemos un ejemplo para establecer comparaciones. Los Rodalies (como se denominan los trenes de cercanías catalanes) funcionan mal, pero los trenes andaluces van de mal en peor.