PARA volver a la nueva normalidad, el comité de expertos de la Junta de Andalucía ha recomendado que las primeras procesiones sean descafeinadas. ¿De máquina o de sobre? Eso lo dejan al gusto de cada cual. No precisan si las imágenes deben ser llevadas en andas, en pasos o en tronos, ni la forma de cargarlos o portarlos, que en determinados lugares de Andalucía es de por sí polémica. Se trata de que haya procesiones, pero sin que se note demasiado, sin bullas, y sin dar la nota musical. En Sevilla y gran parte de Andalucía no se concibe que vuelva la normalidad hasta que no salga una procesión. No obstante, el Ayuntamiento de Sevilla ha corregido este asunto, para establecer que aquí las procesiones de gloria serán de gloria bendita, con todos sus avíos, sus costaleros y su música. Entonces la duda es: ¿descafeinadas o no?

AL llegar septiembre comienzan los cursos (escolar, judicial, político, lo que sea) y nos entra la mentalidad del otoño caliente. Sin embargo, en Sevilla, los ojos se vuelven ya hacia la primavera. La Semana Santa tiene su curso, que es el llamado Curso Cofrade, y la Feria no, aunque hay que prepararla a tiempo para que no ocurra lo mismo que con los toldos. Cabrera propone y el coronavirus dispone, como ha pasado en los dos últimos años. Entre ola y ola, se hablaba de experimentos raros para las fiestas primaverales, pero los acontecimientos de los últimos días son más esperanzadores. Y reconfortan las declaraciones del alcalde, Juan Espadas, que se situó en contra de “sucedáneos y variantes” y rechazó “los experimentos raros”.

EL presidente de la Diputación Provincial de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, es uno de los políticos más coherentes del PSOE andaluz. Ha mantenido una ideología y unos afectos que han sido transparentes y reconocibles. Pasó de profesor de instituto a la política activa. Fue alcalde de La Roda de Andalucía, en 1983, así que empezó con el felipismo recién llegado al poder. En los últimos años se le ha calificado como susanista, si bien resultaría más correcto lo contrario, ya que Susana Díaz era una pipiola cuando Villalobos podía ser su padre o su tío político. Se mantuvo fiel a ella porque es de los socialistas que no cambian de devociones según sople el viento de la Moncloa. Y porque, a los 69 años, ya no se debe estar para trasiegos oportunistas.

LA muerte de Tomás Balbontín ha causado un nuevo desgarrón al periodismo sevillano. En las necrológicas se ha destacado de Tomás que era un periodista de raza, lo que se suele decir de todos los periodistas cuando mueren. En su caso, fue sobre todo combativo, de ideas propias, y fustigador de concejales. Convirtió la información municipal en género periodístico por sí mismo; y como ha indicado Paco Correal, escribía a golpes, yo diría que más Bukowski que Umbral, a arreones, a impulsos. Quizá los mejores artículos son los que uno escribe indignado, porque se va al grano, sin rodeos. Precisamente Sin rodeos era el título de la sección que escribía Nicolás Salas, en sus tiempos de director de ABC de Sevilla. En aquella vieja Redacción de la calle Cardenal Ilundáin, que dirigió Nicolás, el número de bajas sigue en aumento.

A su manera, Beltrán Pérez me recuerda a esos toreros que se van despidiendo, pero no terminan de retirarse, aunque la afición ya considera que se han cortado la coleta. En su caso, se la han cortado: en la calle Génova madrileña, al alimón con Virginia Pérez, que ha consumado el tijeretazo. Ahora el grupo municipal del PP se dedicará a dar capotazos de aliño, y a poner al morlaco en suerte, para que sea José Luis Sanz el que haga la faena en las elecciones municipales de 2023. El PP quiere placear con tiempo a su candidato por la capital, y sacarlo de Tomares. Mientras que el rival socialista está por decidir, una vez que se ha consumado el salto de la rana de Juan Espadas para la Junta de Andalucía.