UNA característica de la sociedad actual es el sadomasoquismo aleatorio. Me refiero a la capacidad para hacer daño con un asunto, exagerándolo, mientras otros males peores pasan desapercibidos. Otra característica es el carajotismo global, que nos lleva a repetir tópicos y extenderlos por el mundo sin pararnos a revisar lo que estamos diciendo. Bien manejados, algunos trending topics causan estragos. Un ejemplo patético es el coronavirus de Wuhan, que se puede cargar el turismo y la economía de medio mundo, por alarmar con una enfermedad cuya gravedad no es tan horrible. La gente ha visto la serie de La peste. Pues bien, en la peste de 1649 murieron en Sevilla unas 60.000 personas, lo que representó el 46% de la población de entonces. Pero esto es diferente.

EN el Parlamento de Andalucía organizaron la semana pasada un debate sobre el Estado de la Comunidad, que ha pasado desapercibido. Como si hubiera sido el debate del estado de una comunidad de vecinos. Más allá de las Cinco Llagas, y de algunos bares del entorno de la Macarena, este debate fue plenamente de ni fu ni fa. En los telediarios y los principales medios madrileños no ha interesado para nada. Incluso le dieron más importancia a un incidente ocurrido en un pleno de Ceuta, donde uno del Partido Caballa casi le da una tragantá a otro de Vox. Así que el estado de la comunidad autónoma más poblada, cuya capital es Sevilla, tuvo una trascendencia nula, allende las murallas macarenas.

LA exposición se titula: Gran Poder: Mesa te esculpió, Sevilla te hizo. 400 años de devoción. Ahí está resumido todo. El Señor es una imagen tallada por Juan de Mesa, pero lo hace Sevilla y lo mantiene vivo con cuatro siglos de amor y devoción. Sólo en Sevilla se puede organizar una exposición como esta, en la que los sentimientos están a flor de piel y se palpa la presencia del Señor, que paradójicamente se expresa en ausencia de la imagen que nutre esa fuente de devoción. Esta va a ser la gran exposición de pre Cuaresma y los primeros días de Cuaresma de este año 2020, en el que se conmemoran los cuatro siglos del Señor de Sevilla. La clausura tendrá lugar el domingo 8 de marzo. Hasta entonces aprovechen: es la oportunidad de presenciar algo irrepetible para nuestras generaciones.

HOY termina la cuesta de enero, que tiene fama de dura. Sevilla es una ciudad con pocas cuestas. Esto se decía mucho en los tiempos de Monteseirín en la Alcaldía, cuando el gobierno socialcomunista (según se le denominaba entonces) llenaba la ciudad de carriles para bicicletas. Algunos recordaban que Sevilla no era como Ámsterdam, con su barrio rojo, ni como Copenhague, con su sirenita, y que aquí tampoco había tanta afición al ciclismo; y que las bicicletas son para el verano (como en la obra de teatro de Fernán Gómez y en la película de Jaime Chávarri), y que en verano hace 43 grados a la sombra. Pero el frenesí ecologista ya existía desde antes de que se enfadara Greta Thunberg. Como había pocas cuestas y muchos carriles, las bicicletas fueron palante, hasta que se toparon con los patinetes y otros inventos maliciosos.

LA gala de los premios Goya que organizaron en Sevilla, en 2019, fue la mejor de la historia. La gala de los premios Goya que organizaron en Málaga, en 2020, fue la mejor de la historia, según algunos; y un petardo, según otros. Desde que salieron de Madrid, estos premios están como nunca, o eso dicen. Por el contrario, los críticos se dedican a criticar y lamentan que estos premios son insoportables, además de que se les ve el plumero, políticamente hablando. Cuando Sevilla acogió los mejores premios Goya de la historia, el alcalde Espadas insinuó que la ciudad podría aspirar a organizarlos todos los años. No sé si lo llegó a decir, o se supone que lo dijo, o estuvo a punto de decirlo. Ya nada es seguro. Pero algunos se las prometían muy felices.