EN los tiempos del coronavirus apenas se habla de otra cosa. Ahora surge una polémica cartesiana acerca de si se debía permitir o prohibir que unos dos mil romanos vinieran a Sevilla la semana próxima, con motivo del partido de la Europa League entre el Sevilla FC y la AS Roma, que aparte del morbito por los vínculos de Monchi, tiene la morbidez de que pudiera ser contagioso. A los sevillistas les han prohibido ir al estadio romano el 19 de marzo, día de San José, cuando se disputará el partido de vuelta. Han organizado la vuelta a puerta cerrada y la ida a puerta abierta. El asunto tiene varias contradicciones, que demuestran que se está gestionando de cualquier manera, por no decir a la caraja.

EL coronavirus se ha colado en la Cuaresma sevillana. Hoy es primer viernes de marzo, tradicional fecha de besapiés a Jesús Nazareno en San Antonio Abad. El pasado lunes, en el Vía Crucis con el Señor de la Salud (precisamente de la Salud), de la Hermandad de los Gitanos, no afectó para nada organizar una concentración masiva. Pero hay muchos resquemores y habladurías. El miedo lleva a analizar las costumbres que practicamos en las misas, en las funciones principales de instituto, en los besamanos y en los besapiés. Es decir, especial atención a lo que ocurre dentro de las iglesias.

EN estos días de Cuaresma, que avanza, la plaza de San Lorenzo presenta un aspecto de miserere de Eslava. El Ayuntamiento ha retirado los 12 plátanos que quedaban. Como ya se ha informado, serán sustituidos por 12 almeces y seis gravilleas, pero en estos momentos la plaza aparece como si hubiera sido devastada. En esos plátanos crecía una historia que se pierde. Y al ver ese aspecto, han aumentado las conjeturas sobre quién ha matado a los plátanos. Una vez que nadie puede dudar de que están muertos, ni de que los han talado con unas estocadas hasta la bola. Las principales sospechas apuntan a Alfredo Sánchez Monteseirín, en sus tiempos de alcalde, por la reforma de la plaza y por las podas que hicieron de aquella manera.

EL arte sacro de Andalucía, en general, y de Sevilla, en particular, está marginado. Ha sido oportuno que el presidente de la Asociación Gremial de Sevilla, que es el bordador Paquili Carrera, haya alzado la voz para recordar que pagan el IVA del 21%. Igual que las sillas de la carrera oficial. La gente inteligente no entiende por qué los tributos de las cofradías y el arte sacro salen perjudicados. Es decir, por qué a los de la farándula les redujo el IVA del cine un Gobierno del PP, con Cristóbal Montoro de ministro, después de una gran campaña orquestada, mientras que el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos, cuya titular de Hacienda es la sevillana María Jesús Montero, ya está diciendo que no se puede rebajar el IVA de la carrera oficial al 10%.

AL mencionar las masas a la sevillana no me refiero a los calentitos, que están evolucionando hacia el modo churros madrileños de San Ginés, sino a la tendencia masiva que existe en la ciudad. Aquí todo lo que no provoque una bulla/masa se considera triste, que no es lo mismo que serio, como se recuerda en las cofradías de negro. Triste sería que se cargaran la Semana Santa de este año. Y no me refiero a prohibir las procesiones a causa del coronavirus, que gracias a Dios todavía no ha provocado ninguna muerte en Sevilla, sino a que la gente de Madrid y de más lejos se acongoje y no venga; o muchos sevillanos no salgan y la vean por televisión, como si fueran enfermos e impedidos. Es decir, ampliar el fenómeno miedoso de la Madrugada al resto de los días. Sólo faltaría que el teniente de alcalde Cabrera extienda la ley seca.