SEVILLA es la cuna del susanismo (esa variante del felipismo sigloveintiuno y santelmista), pero ahora se han empeñado en que sea su tumba. Tanto hablar de transparencia, primarias y listas elegidas por las bases de los compañeros militantes, para que al final se decidan a dedazo del líder, que es lo que criticaban al PP. Dándose la circunstancia de que en el PP el líder actual es  Pablo Casado, elegido en un congreso donde la mayoría de los populares andaluces (incluido Juanma Moreno) apoyaban a Soraya, que ahora trabaja en Cuatrecasas. Mientras los partidos fichan a profesionales independientes de las empresas, las empresas fichan a políticos quemados. La vida es una ida y una vuelta.

EL Año Murillo ha terminado, después de más de un año. Ayer fue clausurada en el Museo de Bellas Artes la última exposición, Murillo IV Centenario, que era la más emblemática, como la traca final. En el recuerdo quedarán las colas del fin de semana, la última oportunidad. Aunque la clausura oficial será hoy en el Teatro de la Maestranza, con el espectáculo multidisciplinar Saltar el muro, que ha ideado Rafael R. Villalobos, calificado por él mismo como “un salmorejo”, donde ha mezclado electrónica, flamenco, poesía, música barroca y contemporánea. Llega la hora del balance. Ha servido para darle un nuevo look a Murillo, al que se veía sólo como pintor de latas de carne de membrillo de Puente Genil en el imaginario popular. Pintor de Inmaculadas y otras vírgenes, decían también, como si fuera algo malo.

LA Sevilla megalómana va por rachas. Aspira a superar los 700.000 habitantes, a sabiendas de que en la realidad tiene más de un millón, si sumamos los del entorno periférico y los turistas que la llenan en su centro histórico. Sevilla es una gran ciudad y no se duda. Pero la megalomanía puede desbordar el desarrollo razonable. El nuevo presidente del Puerto de Sevilla, Rafael Carmona, ha anunciado su voluntad de agilizar los trámites para el gran proyecto de Sevilla Park, en los suelos portuarios del Batán. Cuenta con el compromiso de la nueva consejera de Fomento, Marifrán Carazo (ambos del PP), para desbloquear un proyecto que se había ralentizado, con toda la pinta de seguir el modelo tradicional de mucho hablar y no hacer nada.

LAS últimas encuestas que circulan en Sevilla reafirman lo que ya intuíamos: en estos momentos las elecciones municipales se plantean como un duelo entre el PSOE, encabezado por el alcalde Juan Espadas, y el PP, liderado por Beltrán Pérez. Las candidaturas de  Adelante Sevilla (es decir, la confluencia de Podemos e IU) y Ciudadanos se están desinflando, mientras que Vox también va a menos, porque la tendencia de la derecha es concentrar el voto útil, y porque el planteamiento sevillano del partido de “extrema necesidad” (según lo califica Francisco Serrano) es irrelevante.

Todas las encuestas coinciden en las cuestiones básicas: el PSOE sería el más votado con Juan Espadas, pero sin alcanzar mayoría absoluta, y con la Alcaldía jugándose en una horquilla de uno o dos concejales. Esa igualdad, de por sí, es un llamamiento al voto útil, que es la gran baza de Juan Espadas y de Beltrán Pérez para disputarse entre ambos la Alcaldía.

LAS normas de la ley seca de la Madrugada parecen los preparativos para la tercera guerra mundial. Hay que tener cuidado, todas las precauciones son pocas, pero sin exagerar. Así como quien no quiere la cosa, como sin darnos cuenta, sigue latente el riesgo de convertir el centro de Sevilla en un sambódromo, o en eso que ahora llaman un parque temático, en este caso de la Semana Santa. Entiendo que Juan Carlos Cabrera procede en Fiestas Mayores y en Seguridad con la mejor voluntad, por lo que pueda pasar, pero hay que tener mucho cuidado con las líneas sensibles.