EL lunes de Pascua, que es festivo en otros lugares, en Sevilla es el día de los balances de la Semana Santa. Cada cual cuenta lo suyo, igual que los capillitas ya están criticando en las tertulias. Viendo por aquí y por allí, nos enteramos de lo que ha pasado. Bien cocinados los datos, aunque ya no sea tiempo de garbanzos con espinacas ni de torrijas, se puede esbozar un estudio sociológico de la Semana Santa que terminó. Por ejemplo, se ha sabido que el día con más gente en las calles fue el Lunes Santo. Influyó que el Domingo de Ramos estuvo lluvioso por la mañana y desapacible por la noche. Pero también muestra la diferencia entre visitantes y turistas.

HA pasado otra Semana Santa, en la que se ha visto que los tiempos han cambiado una barbaridad. Antes, cuando se disputaba un partido de fútbol importante, aparecían imágenes y fotos de las ciudades vacías a esas horas. Sin embargo, este Sábado Santo las calles estaban llenas mientras se disputaba el Sevilla-Barcelona, uno de los partidazos de la temporada. Se volvió a ver la poca sensibilidad de la LFP de Tebas al programar un partido a la misma hora en que había cinco cofradías en las calles. Puestos a adelantarlo al sábado, por razones de calendario europeo, hubiera sido menos malo por la mañana. Curiosamente, en las calles hubo más afluencia que los Sábados Santos de otros años. Con lo que se vio que hay gente para todo.

LA propuesta de Podemos para legalizar a los manteros ha mosqueado a los comerciantes. ¿Se imaginan lo que ocurriría en Sevilla? Si están quitando los veladores, ¿cómo van a permitir las mantas? Sobre todo por lo que venden, que mayormente son productos falsificados. En esos negocios ilegales Sevilla ya es una potencia. Y no olvidemos que los pobrecitos manteros son el eslabón más débil de una cadena, que funciona en modo mafioso y se aprovecha de sus necesidades para negocios millonarios. Si esa propuesta la hace otro partido, se hubiera considerado como lo que es, una chorrada impresentable, pero como viene de Pablo Iglesias y sus muchachos, parece que es el amigo de los marginados.

NO hay que ser alarmistas, pero tampoco mirar hacia otro lado. La gente va diciendo lo mismo: “¡Anda que si el incidente de la calle Cuna, con las explosiones y el humo, llega a pasar una semana después!”. Pues hubiera sido mala suerte, sí, porque también pudo ocurrir un 20 de agosto con todas las tiendas vacías. O no. Lo primero es enterarse bien de lo sucedido, que no fue ningún atentado, ni ninguna carrerita motivada por la mala educación de tres niñatos borrachos, sino un sobrecalentamiento global eléctrico de unas instalaciones que provocó dos explosiones, una humareda y levantó cinco arquetas  por los aires sin que golpearan a ningún peatón.

PERDIÓ su vida para que otros la salvaran. Socorrió a los necesitados. Cumplió con su deber hasta el sacrificio personal. Era un cabo primero de la Guardia Civil, de 53 años, uno más, llamado Diego Díaz. Ayer fue honrado en Guillena, en un sepelio solemne, cargado de emociones, al que asistieron autoridades que no le conocían, junto a vecinos que sí le conocían y familiares que le han llorado. Su féretro fue paseado a hombros de guardias civiles, recubierto con una bandera de España, mientras en el aire de una mañana de marzo (fría aunque soleada) los sones de la marcha fúnebre de Chopin rompían el silencio en fragmentos. Honor y tristeza ante lo inevitable.