SE suele atribuir a San Ignacio de Loyola la frase “en tiempos de tribulación, no hacer mudanza”. Sin embargo, lo que escribió en la regla quinta de la primera semana de sus ejercicios espirituales fue: “En tiempos de desolación nunca hacer mudanza”. En Cádiz le llevan la contraria a San Ignacio de Loyola y no paran de hacer mudanzas culturales. De modo que la gente va despistada, y ya no sabe dónde está cada organismo o asociación, ni siquiera si está. En Cádiz, además, o no hay nada, o convocan cuatro actos culturales el mismo día a la misma hora, como ocurrió el miércoles. Siendo así que suelen ir los mismos a todo, o a nada, según el día y la hora. Ustedes no lo entienden, yo tampoco. Pero voy a seguir, a ver si nos aclaramos.

VIENDO la clasificación de la Liga de Primera División, se observa que el líder es el Girona y que el Cádiz está en zona de descenso a Segunda. Esta clasificación hubiera parecido una inocentada a principios de temporada, ya que se suponía que ambos clubes pelearían por evitar el descenso. Sin embargo, los gerundenses, con 52 puntos, ya están salvados, y aspiran a disputar el título de Liga (con permiso del VAR del Bernabéu) y a jugar la Champions League la próxima temporada. Algunos dicen que el Girona es el filial del Manchester City y que el Cádiz es el fruto de una locura por el balón, en la que pocos entrenadores confían, pues no quieren venir ni a palos. Pero lo del Girona tiene un mérito impresionante.

PARA peatonalizar como Dios manda hacen falta peatones. Si se peatonaliza una calle o una plaza, y por allí pasan pocos seres humanos, se está adoptando una medida inútil. Es lo que ha sucedido con las obras en la plaza de España gaditana. El anterior equipo de gobierno, en los tiempos de Kichi, defendió esa remodelación como uno de sus mejores logros. Martín Vila la puso de ejemplo. Y es verdad que allí hicieron algo, no como en el pabellón Portillo o el teatro del Parque, donde no hicieron nada. Pero lo hicieron mal. Y, por consiguiente, será necesario rehacerlo. Es un ejemplo, como dijeron, sí, pero de una obra pública fallida, de un desperdicio.

HEMOS leído en la prensa (concretamente, en un informe de Joaquín Benítez publicado en el Diario) que en Navantia de Cádiz fueron reparados 39 cruceros en 2023, de los que 12 eran de grandes dimensiones. Eso demuestra la especialización del astillero gaditano, que no hace tantos años languidecía sin carga de trabajo. En diciembre, se publicó que Dragados Offshore necesita más suelo para su planta de Puerto Real. Le pidieron a Teófila Martínez, como presidenta de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, 84.803 metros cuadrados para ampliar sus instalaciones. ¡Qué envidia para Manuel Vizcaíno! ¿Cuántos estadios nuevos podría construir en ese suelo, o en los terrenos de Delphi que ha inscrito el Cádiz CF como propios?

DESPUÉS de Rafael Alberti y José María Pemán, que eran de otra generación anterior, el escritor gaditano más importante del siglo XX es Fernando Quiñones. Desde el pasado noviembre, y hasta diciembre de 2024, se conmemora un año de homenajes a Quiñones, al cumplirse los 25 años de su fallecimiento. Debería servir para ponerlo en su pedestal, que es el de un gran escritor. Quizás injustamente minimizado en su posteridad por diversas cuestiones, entre ellas que se le suele mencionar como escritor chiclanero o escritor gaditano; y, siendo verdad, se le queda corto, porque simplemente era escritor. Tampoco le beneficia su campechanía, y que en Cádiz lo conocía todo el mundo. Una cercanía que parece impropia de los genios. Pues se supone que un genio debe estar oculto en la lámpara (o donde sea) y salir poco.