EXISTE una tendencia proverbial a resumir determinados asuntos en tres letras, que funcionan como símbolos. Por ejemplo, la regla de oro del comercio es que un producto se ajuste a las tres B: que sea bueno, bonito y barato. En el argot del golferío de antaño, se decía que en las madrugadas picarescas de otros tiempos coincidían las tres P; a saber los periodistas, las prostitutas y los policías. Más recientemente, en Cádiz se ha convertido en un dogma de fe que los problemas de la ciudad están originados por el efecto narcótico que causan las tres C del buen gadita, que son el Carnaval, las cofradías y el Cádiz CF. De modo que los carnavaleros, los capillitas y los cadistas serían los responsables de que la ciudad se conforme con el ole ole mi Cai y lo digo a boca llena, etcétera. Por el contrario, se supone que si no existieran el Carnaval, las cofradías, ni el Cádiz CF, viviríamos en una ciudad que tendría un nivel de vida como Zúrich o Düsseldorf.

LOS consejos para el nuevo carril bici de Cádiz se resumen en dos: no vayan a lo loco y dadle un repasito. La historia de estos carriles en Andalucía, en general, y en Cádiz, en particular, viene de los tiempos de Izquierda Unida en la Junta. Aprovechando que somos Europa, y que en Bruselas tienen una mentalidad cercana a Ámsterdam y a Berlín, se les ocurrió llenar el sur de bicicletas. Como buenos ecologistas, los de IU colaboraron entusiasmados. Hubo un tiempo de gobierno de coalición del PSOE e IU en la Junta, en el que Elena Cortés consiguió la Consejería de Fomento. Entonces Martín Vila ya era de IU. Entonces intentaron convencer a Teófila Martínez para que llenara Cádiz de carriles para bicis. Pero sólo le dio tiempo de anunciarlo en las pantallas LED y en una web especial que creó el Ayuntamiento.

SE caracteriza Cádiz, entre otras cuestiones, por la desubicación y la fluidez. La misma gente puede aparecer en diferentes sitios, según el momento. Ya comenté que Ignacio Romaní y Mercedes Colombo, que solían acompañar a Teófila Martínez en las ruedas de prensa de sus años de alcaldesa como concejales del PP que eran, aparecían ahora como cargos de la Junta de Andalucía junto a la delegada provincial Ana Mestre, que antaño también fue concejala del PP en Cádiz. Pero lo mismo ocurre con los políticos del PSOE, donde algunos incluso repiten cargos importantes. Por ejemplo, el alcalde de Chiclana, José María Román, también es vicepresidente de la Diputación Provincial. Y faltó poco para que fuera presidente.

PUEDE llegar un momento en que nuestro Kichi no sea podemita. En los últimos tiempos, la familia Iglesias va contra el Adelante de la familia Kichi y la familia Kichi va contra el Unidas Podemos de la familia Iglesias. A priori resulta extraño. Por eso no es un partido, ni siquiera dos, sino una cosa rara. Se monta a través de círculos y asambleas, que deciden medidas a las que quienes mandan no les hacen caso, excepto que coincidan con lo que ellos proponen. Es decir, que funciona con una estructura piramidal, dogmática y familiar. Los Iglesias-Montero deciden y los demás obedecen. Y si les salen ranas, adelantados o errejonistas se lo pueden montar a su manera, irse a su casa, o vaya usted a saber.

EN la ciudad de Cádiz, las cosas se hacen por rachas. Pasa con los alcaldes y con los negocios. Con los alcaldes, eligen a uno, supongamos a Carlos Díaz, y lo dejan ahí 16 años. Después le toca a otra, supongamos a Teófila Martínez, y la dejan ahí 20 años. A continuación le toca el turno a José María González, más conocido como nuestro Kichi, y lo dejarían ahí…24 años. Si no fuera porque él se conforma sólo con ocho y el resto se lo entrega a los necesitados, como el sueldo. Pues con los negocios, igual. Empezaron a poner supermercados en Cádiz, y ahora no paran. Raro es que no hayan abierto un supermercado en el Ayuntamiento o en la Diputación.