EL ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha cesado en sus funciones como diputado cunero por Cádiz. Fue elegido el 28 de abril del año pasado, y por segunda vez el 10 de noviembre. Pero no ha llegado al Miércoles de Ceniza. La culpa no ha sido suya, sino de Pedro Sánchez, que como tiene justitas las votaciones del Congreso de los Diputados ha pedido a todos los ministros que renuncien a sus actas de parlamentarios, ya que con frecuencia están comprometidos en otros menesteres y no podrían ir a votar. En realidad, a todos no se lo ha pedido, sino a todos menos él mismo y el trío de confianza: Carmen Calvo, María Jesús Montero y José Luis Ábalos. Los demás electos se han arriesgado, pues si hay una crisis de Gobierno y caen, ya no serían diputados. Aunque en el paro no se van a quedar.

LOS Hijos Predilectos y las medallas de Andalucía de 2020 parecen especiales. Aunque sean las segundas que concede la Junta del PP y Ciudadanos, es en realidad la primera oportunidad en que el Ejecutivo presidido por Juanma Moreno aplica sus normas para acabar con el sectarismo. En la lista de galardonados había omisiones chirriantes, se supone que por motivos ideológicos, o al menos por no ser considerado como políticamente correcto. En ese sentido, destaca el título de Hijo Predilecto de Andalucía para Antonio Burgos. Un título largamente pedido en los años anteriores (yo mismo lo he reclamado en artículos) y que parecía imposible. Por fin se hace justicia. Burgos, que ya es Hijo Adoptivo de Cádiz, no es sólo un extraordinario periodista y escritor, sino uno de los padres del andalucismo contemporáneo. Y le acompañará un torero. No uno cualquiera, sino Curro Romero, cuya biografía escribió precisamente Burgos.

EN estos días de Carnaval se aprecia nítidamente la inutilidad del tranvía de la Bahía. Al menos para Cádiz capital. Será útil para Chiclana, que está incomunicada por ferrocarril, pero tampoco lo sería si en vez de esa obra tan costosa, si en vez de ese derroche de la Junta, hubieran construido un ramal ferroviario para llegar allí. Algo que, por otra parte, estaba pedido por la Diputación en el siglo XIX, cuando reclamaron un tren desde Cádiz a Algeciras. Por el contrario, en estos días de Carnaval, se aprecia la utilidad del tren, que utilizan miles de personas. Al aumentar la demanda también crece la oferta y Cádiz parece una gran ciudad.

EL modelo del Carnaval de Cádiz, al menos en lo referido al concurso, está agotado. Los principales autores así lo estiman. Antonio Martínez Ares ha sido duro, al decir que hay que aplicar la guillotina a algunas cuestiones. Entre ellas, una de las más discutidas es la fase preliminar del COAC, en la que agrupaciones mediocres y de flojísimo nivel compiten para rellenar las funciones y para presumir en sus pueblos de que cantaron en el Falla. Aunque algunas agrupaciones chungas proceden de Cádiz capital. Una vez que termine la final del COAC, a las claritas de esta mañana, llega el Carnaval en la calle, sobre el que también existen dudas.

EL hospital de Puntales, cuyas obras no han comenzado, es mucho más que una promesa incumplida por la Junta de Andalucía, desde los tiempos de Manuel Chaves en la presidencia. Ha tapado la pérdida de una de las principales empresas de Cádiz: Construcciones Aeronáuticas. Es curioso recordarlo cuando se habla de recorte de plantilla en Airbus. En el Cádiz de finales del franquismo aún había varias empresas potentes, que proporcionaban gran parte del empleo, y contribuían a crear un tejido urbano de pequeño comercio. Ese ranking industrial estaba formado por Astilleros, el Puerto, Tabacalera y Construcciones Aeronáuticas.