GRACIAS a los políticos demagogos y populistas, en Cádiz algunos creen que todo sale gratis. Después se les vuelve en contra. Es curiosa la polémica de los estudiantes de la Universidad de Cádiz con los aparcamientos. Después de llenar la ciudad de carriles para bicicletas y patinetes, ahora resulta que los estudiantes piden 900 plazas de aparcamientos, porque van a las clases en sus coches, como unos señores y unas señoras que aspiran a ser. Y les propone Martín Vila que vayan en bicicleta. Así es como iban los pobres en los años de la posguerra, para los que tenéis memoria histórica. ¿El Progreso era eso? Los estudiantes de la UCA son los nietos de la civilización del Seat 600, y quieren aparcar en las inmediaciones del Anillo Universitario, donde ya no pueden.

EN la muerte de Manolo Santander, no ha quedado claro si es más importante como chirigotero o como cadista. Por eso, a muchas personas les parece oportuna la iniciativa de que su pasodoble “Me han dicho que el amarillo” sea proclamado oficialmente como Himno del Cádiz CF, y que así conste para la posteridad. Porque no se trata sólo de una copla inolvidable. Ese pasodoble nació (y llegó hondo a los cadistas) en un momento histórico. Su chirigota ‘La familia Pepperoni’ lo cantó en 1998, casi en el fin de siglo, que fue convulso y muy ajetreado para el Cádiz. Como aquí no hay memoria histórica ya no se acuerdan, pero entonces el club estaba más pallá que pacá, arruinado, y con ilustres gaditanos sondeando el terreno para que el Cádiz CF desapareciera, para empezar en Regional con otro club.

EL mejor homenaje que le pueden tributar a Manolo Santander Cahué es declarar su legendario pasodoble “Me han dicho que el amarillo”, de ‘La familia Pepperoni’, como himno oficial del Cádiz CF. Eso del “himno oficioso” suena chungo. ¿Qué himno ha tenido este club que haga vibrar y entusiasme a los cadistas? Manolito Santander dio con la tecla. Sin proponérselo, como ocurren las grandes cosas. Aquella chirigota, como casi todas las agrupaciones históricas que han entrado en la leyenda, ni siquiera ganó la final de 1998. Quedaron cuartos. ¿Y qué más da? Con el tiempo, sólo los mitos pasan las pruebas del algodón y del olvido. Manolo Santander, incluso en vida, ya estaba entre los personajes legendarios del Carnaval.

DECÍAMOS ayer que viajando se aprende y se confirman las catetadas que lastran el progreso de esta provincia. En concreto, el caso de las áreas metropolitanas. Se debe empezar por la Bahía, pero en el mundo avanzado Sevilla y el Campo de Gibraltar se integrarían también en un área logística del sur de Europa. Pensar en eso suena a cuento chino, porque no van a crear un área amplia, como la del Río de la Perla, que engloba a Hong Kong, Shenzhen, Macao, Guangzhou, Zhuai, Dongguan y otras municipalidades con más de 100 millones de habitantes en total. Nos conformamos con mucho menos. Y para empezar, con un aeropuerto, que por fin se denomine de Jerez/Cádiz.

EL principal problema de Cádiz y su provincia es que vive al margen de la realidad. Siendo poéticos, se podría decir que vivimos como en un sueño, o como en una novela de Murakami, donde las realidades se mezclan con las fantasías y se confunden. Es como un ensimismamiento, del que Cádiz no se despertará, porque tampoco hay muchas ganas. Quizá se vive mejor dentro de un sueño, excepto que se convierta en pesadilla. Pero la realidad va por otro lado. Un ejemplo es el Área Metropolitana de la Bahía de Cádiz, de la que ya nadie habla. Ningún partido la defiende, a pesar de que es la única posibilidad de sobrevivir en un mundo globalizado. Cádiz ocupó un lugar estratégico en siglos pasados, pero ya ni se preocupan.