HAN empezado las obras para el apeadero del Río Arillo, que es precisamente donde está la frontera de Cádiz. Algunos creen que la capital gaditana termina en Cortadura y otros (los más gaditas) en la Puerta de Tierra, pero su límite territorial se encuentra en el Río Arillo. Significa que la playa de Torregorda es netamente gaditana, lo que a veces se olvida, quizá por hallarse junto a las instalaciones militares, que también están en Cádiz, no en el limbo. En el molino del Río Arillo eran recibidos los reyes y los obispos de Cádiz. Allí despidió el Ayuntamiento al rey Fernando VII. Que sepamos, el último rey de España al que recibieron allí fue Alfonso XIII. Hasta el molino lo acompañaba el alcalde isleño y lo recibía el gaditano.

EN estos días se habla de la España vacía, visible con la manifestación que organizaron en Madrid. Las plataformas de Teruel también existe y Soria ya han aglutinado a la España despoblada, la del medio rural, que en general incluye las provincias con tres escaños, que son Cuenca, Guadalajara, Segovia, Zamora, Palencia, Ávila, Huesca y Teruel, así como Soria, que sólo tiene dos escaños. Es la España que se despuebla por las migraciones a las ciudades, la que se queda sin habitantes. La ciudad de Cádiz también se está vaciando, aunque pertenece a una provincia con nueve escaños, la tercera más poblada de Andalucía, tras Sevilla y Málaga. Cádiz está lejos de la despoblación rural, pero la pregunta es: ¿por qué pierde habitantes?

EL Ayuntamiento de Cádiz ha aprobado nueve calles nuevas. Con demasiado secretismo, sin darle el realce que merecerían los distinguidos . Es el caso del imaginero Miguel Láinez Capote, que tendrá por fin su calle, según dio a conocer el Consejo Local de Hermandades y Cofradías. Otra calle aprobada es la plazoleta Canal de Ponce, en recuerdo y homenaje a Francisco Ponce Cordones, que fue su descubridor. También han dedicado tres plazas: a Pedro Payán, La Roldana y Enrique Blanco, igualmente unos jardines a Pilar Paz y a las víctimas de la Taliomida, así como una calle a Milagros Rendón y un pasaje a  Inocencio Gómez.

COMO estamos en Cuaresma, algunos demagogos quieren que sea la última cena de la Junta. Pero hay que gobernar sin complejos. Potenciar la gastronomía, que es un reclamo turístico. Por eso, me ha parecido muy bien el comportamiento del nuevo gobierno andaluz. Era la víspera de celebrar la primera reunión fuera del palacio de San Telmo, en la provincia de Cádiz, y más concretamente en Sanlúcar de Barrameda, la patria chica del vicepresidente Juan Marín. ¿No decían que el clan de la Manzanilla manda en Ciudadanos? ¿Y qué hicieron? Pues organizar una cena en Casa Bigote. Si vas a Sanlúcar, lo suyo es eso, no vas a ir a una hamburguesería, como otros que yo me sé. ¿Qué dirían entonces en Bajo de Guía?

EL presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitó el Valle de los Caídos el pasado lunes, pero ha tenido escasa repercusión mediática. Al menos, en el resto de España. Porque el Valle de los Caídos que visitó Pedro Sánchez no fue el que todavía acoge los restos de Franco, sino el de Cádiz. Como algunos gaditanos saben, está en el ECCO, el espacio municipal del arte contemporáneo, y es obra del dúo Costus, formado por los malogrados pintores Enrique Naya y Juan Carrero. Este Valle de los Caídos también debería ser emblemático, un lugar de culto de la movida puretona de toda España. Pero tiene la mala suerte de estar en Cádiz, a donde vino en tiempos de Teófila, en un ataque de posmodernidad. Y Cádiz, ya se sabe, es una ciudad que sólo existe para el cachondeo.