AYER comenzó el otoño en Cádiz, bajen o no las temperaturas. Puede que el otoño en Cádiz siempre haya sido una nostalgia, como una derrota. Casi todas las ciudades disfrutan un tiempo en el que son más felices. En Sevilla es la primavera. En Cádiz es el verano. De modo que en otoño la ciudad está como buscándose a sí misma. Y cuando cambian la hora, a final de octubre, es como si le robaran la luz, sin necesidad de mirar el contador para el sablazo. Para la luz de un ocaso en Cádiz nunca habrá bono social. Cuando el sol se pone antes de las ocho de la tarde, significa que aquí ya no hay tiempo, y que los chiringuitos ya no son de verano, se ponga como se ponga Marín Vila.

PARA los ateos compulsivos y los masones separar la vida pública de las tradiciones católicas es un objetivo desde tiempo inmemorial. No es verdad que el poder civil participe en procesiones y actos religiosos como una herencia de Franco, aunque es cierto que en aquellos años se fomentó desde el poder. Unas tradiciones tienen siglos de antigüedad y otras no. Cuando quieren imponer sus ideas, se inventan una fake history. En Cádiz esto se nota en las relaciones municipales con la Patrona de la Ciudad, la Virgen del Rosario, y con el Regidor Perpetuo, el Nazareno de Cádiz. Al alcalde González se le ha acusado de poner una vela a Dios y otra al diablo.

EL barrio de Santa María tenía fama de ser el más rojo de Cádiz. La leyenda venía desde la II República y la Guerra Civil. Fue uno de los pocos lugares de la ciudad donde hubo resistencia visible el 18 de julio de 1936, con tiros en las calles y una represión posterior. Por otra parte, tristemente, algunos miembros del rojerío radical habían incendiado en 1932 y en marzo de 1936 (por consiguiente, mientras gobernaban los republicanos, antes del 18 de julio) las tres iglesias del barrio: la Merced, Santo Domingo y Santa María. En esos incendios, ardió por completo la Merced (con una pérdida irreparable de su patrimonio artístico), se quemó la primera imagen de la Virgen del Rosario (y también la segunda), así como estuvieron a punto de cargarse por completo la imagen del Nazareno, y se perdió la Virgen de los Dolores.

HAY que ver la que se ha formado por el incidente de Andy & Lucas en Órgiva, un municipio de Granada. En pleno frenesí pararon la actuación y dijo Lucas que la concejala de Fiestas, llamada María del Carmen Arenas, era “una mamarracha” (que rima con borracha, lo cual también insinuó); y además que ese pueblo no se merecía tener a una concejala “sinvergüenza”. En Órgiva gobierna el PSOE, y la alcaldesa, María Ángeles Blanco, ha dicho que fue bochornoso, y han amenazado con denunciarlos. Teniendo en cuenta que Andy & Lucas se refirieron a una concejala en el ejercicio de su cargo, se supone que consideran que se extralimitaron en la libertad de expresión. Sin embargo, hay que valorar las circunstancias.

UNA consecuencia del peculiar Gobierno gaditano es el retorno al cantón. De no ser por otras instituciones, que mantienen un concepto más amplio de nuestra memoria histórica, este Ayuntamiento permanecería aislado del mundo, absorto en sus menudencias, imaginando que la vida se limita a las discrepancias entre José María González y Martín Vila, o a las negociaciones con Fran González para que le apoye. Por otra parte, si no hay dinero para atender a los vecinos de los barrios de Intramuros y Extramuros, pensar en las relaciones con Iberoamérica suena como a extraterrestres. Menos mal que Cádiz es tan americana como europea.