UNA de las medidas necesarias para consolidar la carga de trabajo en los astilleros de Navantia es despolitizarlos. Algunos políticos son como los niños traviesos que van enredando y se cargan casi todo lo que encuentran a su paso, unos metepatas que crean problemas. En la sesión de control al Gobierno de ayer, el PP, por medio de Ricardo Tarno, criticó la gestión realizada por la ministra Margarita Robles. En puridad de la transparencia, debió dimitir tras quedar desautorizada. Eso fue peor que el máster de Carmen Montón. Pero se ve que doña Margarita, aunque va de independiente, prefiere seguir hasta la siguiente. A partir de ahora (cuando parece que la situación se ha estabilizado y que los contratos con Arabia Saudí van ser respetados) lo peor que pueden hacer es volver a meter la pata, tan sólo por sus conveniencias políticas.

EL Gobierno de Pedro Sánchez también puede pasar a la historia como el que renunció a la soberanía española en Gibraltar. Entre torpedear el acuerdo del Brexit y bajarse los pantalones políticos, a la hora de firmar el protocolo, existen otras posibilidades intermedias. Por ejemplo, reclamar la soberanía compartida para que los gibraltareños sigan en la Unión Europea, como votaron masivamente en el referéndum. O, como mínimo, dejar constancia expresa en el  documento de que España no renuncia a la soberanía, en vez de hacerse los suecos con el síndrome de Estocolmo para beneficiar al rival, como si no tuvieran nada que ver.

HOY se cumplen 150 años desde que el almirante Topete se sublevó en Cádiz, apoyado por el general Prim, Sagasta y otros que estaban en el lío. Al día siguiente, leyó un manifiesto, que empezaba: “Españoles: la ciudad de Cádiz puesta en armas con toda su provincia”… Y añadía: “niega su obediencia al Gobierno que reside en Madrid”. Así fue destronada la reina Isabel II. Esto, cuando lo hace la derecha, se llama un golpe de Estado. Pero cuando lo hace la izquierda, o los progresistas, se llama una revolución, como en 1868 con esta Gloriosa; o en 1934, cuando se levantaron en la revolución de Asturias contra la Segunda República porque gobernaba la derecha. Pero lo peor no es eso, sino que aparte de los métodos, seguimos igual: con las dos Españas.

ES una triste guasa, como se suele decir. En ninguna ciudad con aspiraciones a entrar en el Patrimonio de la Humanidad se toleraría que su Ayuntamiento mantenga uno de los edificios emblemáticos en un estado que puede llegar a ruinoso  Me refiero a la Torre Tavira, donde se encuentra la Cámara Oscura, y al palacio de Recaño, donde el alcalde González organiza esporádicas visitas para enseñar en plan aparición lo que algún día pudiera ser Museo del Carnaval. De seguir el deterioro ruinoso, podrá enseñar el Inframuseo del Carnaval. A ver si así tiene suerte y consigue que la Junta de Andalucía se lo restaure a cargo del plan de infraviviendas. Ya sólo falta allí algún asustaviejas.

EN varias ocasiones he escrito que se debe cambiar la mentalidad. Acabar con ese catetismo de las fronteras provinciales que es un lastre para Andalucía. Se ha hablado en varias ocasiones, tanto en Sevilla como en Cádiz, de crear una plataforma logística del sur de Europa. Pero se planteaba con una visión cateta, que establecía los límites en El Cuervo, o por ahí. Sin embargo, esa capacidad logística nunca funcionará bien si no se aprovechan las sinergias existentes. Por eso, es una buena noticia que los delegados de las Zonas Francas de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, y de Cádiz, Victoria Rodríguez Machuca, se hayan reunido para buscar fórmulas de colaboración, y no hacerse mutuamente la puñeta, según es costumbre habitual en Andalucía.