SE suele decir que las ratas huyen cuando un barco se hunde. Esto pasa especialmente en los barcos con ratas, que son los más cutres. En los barcos pijos, el capitán es el último que lo abandona. Y eso quiere decir que los demás también se van antes, a la voz de “sálvese quien pueda”. Es lo que le está ocurriendo a Susana Díaz. Está clarísimo que Pedro Sánchez juega a Salomé y ha pedido su cabeza en bandeja de plata. Por devolverle la jugada, de cuando ella pidió la cabeza de Pedro, y acudió Verónica Pérez a Ferraz, no para bailar la danza de los siete velos, pero sí para dejar las cosas claras. Es otra tortilla a la que le han dado la vuelta.

A Vox le puede pasar lo mismo que a algunos millonarios por azar: que se arruinen pronto. Tienen el síndrome del nuevo rico. Ha conseguido unos resultados en Andalucía que no entraban ni en sus mejores expectativas. A eso se ha sumado que los mismos encuestadores que no lo olieron, ahora le profetizan entre 40 y 50 escaños para el Congreso de los Diputados. Aunque Tezanos el del CIS (cuya cocina manda huevos) los reduce a la marginalidad. El éxito político ha pillado a Vox con el paso cambiado. El éxito hay que saber gestionarlo. Ahí es donde se les ve cortitos de estrategia. Por ejemplo, tensar la cuerda hasta forzar otras elecciones en Andalucía sería mortal para Vox. Es una tontería mayúscula.

ESTABA claro que el PSOE iba a tener un mal perder en Andalucía. Existen antecedentes históricos de que ponen el ventilador contra el adversario cuando algo no sale según sus intereses. Fue lo que sucedió cuando el pacto entre el PSA de Rojas-Marcos y la UCD, en la famosa escena del sofá con Martín Villa, para desbloquear el referéndum del 28-F, que se perdió en la provincia de Almería. Alfonso Guerra  lo presentó como una traición a Andalucía. Pero decir que el acuerdo que convertirá a Moreno Bonilla en presidente andaluz  es el pacto de la vergüenza, como repiten en plan loro Susana Díaz y el ministro sanchista José Luis Ábalos, es para reírse a carcajadas. Mira quién habla.

UN amigo extranjero, de nacionalidad china, de mentalidad capitalista y comunista a partes iguales, me dijo: “El gran problema de España es la gestión de algunos políticos. No solucionan los problemas del país, sino que ellos mismos los crean y después los complican”. Y yo pensé: “Pues tiene razón”. Tampoco es que este chino sea un filósofo como Platón, ni siquiera como Jean Paul Sartre, antaño más famoso que Simone de Beauvoir, que lo ha oscurecido. Pero esto se decía por el caso de Cataluña, donde el problema que padecemos ha sido creado en un 98% por unos políticos inútiles que lo siguen complicando.

EN este país tenemos un presidente del Gobierno megalómano, desnortado e insustancial, al que su coro de fieles le sigue el rollo. Culpan a los demás de sus propios males. Un ejemplo claro han sido las elecciones andaluzas, con el batacazo del PSOE. Es verdad que Susana Díaz tenía un 30% de rechazo entre los votantes socialistas, según algunas estimaciones demoscópicas. Pero la gestión de Pedro Sánchez es rechazada por muchos votantes más (algunos estiman que en torno al 60%), y espanta a casi todos los votantes otrora indecisos del centro y a gran parte del centro izquierda. Pero hundir al PSOE es su problema. El de los españoles es que va a hundir a España, ya de paso.