EL Ministerio de Sanidad, que con tanto esmero dirige Salvador Illa, está ultimando el llamado Plan de respuesta temprana en un escenario de control de la pandemia por Covid-19. Con esa denominación de origen, podemos esperar cualquier cosa. Me gusta lo de respuesta temprana, teniendo en cuenta que la respuesta anterior fue tardía. No había mascarillas, no había tests, no había respiradores, no había vergüenza. No había nada, ni habían preparado nada, ni tenían la más somera idea de que existía una pandemia circulando desde Wuhan a otros lugares del vasto mundo. Ahora quieren reaccionar temprano. No tan temprano. En estos días vemos que están proliferando los rebrotes verdes. Y, según expertos, faltan rastreadores y control; y en los aeropuertos entró, entró, y no se enteró. En Sevilla, desde hoy, es obligatoria la mascarilla.

POR supuesto que Galicia es diferente a Andalucía y a Sevilla. Tampoco se pueden extrapolar sus resultados al conjunto de España. Recuerden que Manuel Fraga, después de perder todas las elecciones a las que se presentó frente a Felipe González, se reconvirtió en virrey gallego. En Galicia son muy suyos, y se entienden mejor entre ellos. No votan igual que en el País Vasco ni en Cataluña; aunque hablan su propia lengua tanto o más que los otros. En Galicia, además de ganar Feijóo por goleada (dando prioridad a la marca Feijóo sobre la marca PP), resulta que el PSOE ha sido tercero (tras el BNG), y que Unidas Podemos con sus mareas se han quedado como extraparlamentarios. Algunos dicen que el coronavirus no le ha pasado factura al Gobierno. ¿Ah, no? ¿Lo esperaban peor?

EN los últimos días ha aumentado el debate sobre el uso de las mascarillas. Hasta la OMS reconoce que es un elemento esencial para frenar la pandemia o minimizar los nuevos brotes y una segunda oleada. En Cataluña, los incumplimientos eran escandalosos. Normal, porque los indepes de Puigdemont y Junqueras los habían acostumbrado a desobedecer, y porque Quim Torra y Ada Colau son dos activistas políticos de pancartas, pero no dos gestores. Como se les ha ido de las manos, han decretado que las mascarillas sean obligatorias, con multas de 100 euros. Les han seguido en Baleares, donde temen quedarse sin sus alemanes, a nada que se contagien. Extremadura, fronteriza con Portugal. Y Andalucía…

LA gente atea se lo pierde, pero siendo capillita aprendes gramática parda y muchos detalles prácticos. Para las elecciones es una maravilla, pues se sabe que dos y dos son tres, o puede que dos y medio. Las elecciones del Eurogrupo que ha perdido Nadia Calviño eran como las elecciones del Consejo de Hermandades y Cofradías. Cuando hay tres candidaturas, ojú; porque siempre gana uno que no se espera. Y en las elecciones de las hermandades, como gana el que consigue más votos, es una simpleza pensar que un tercero en discordia no influye. En el Eurogrupo ha pasado lo mismo que en el Consejo cuando ganó Adolfo Arenas.

ESTAMOS volviendo a los usos y costumbres de la posguerra española, si bien con un toque más moderno, y sin cartillas de racionamiento, aunque con ingreso mínimo vital y más usuarios en los comedores sociales. Es el escudo social, que dice Pablo Iglesias, reconvertido en el nuevo Capitán Trueno. Este verano no tiene nada que ver con los anteriores, de modo que se pretende recuperar una costumbre perdida: veranear en Sevilla. En los últimos años, el sevillano estorbaba en Sevilla durante el verano, ya que acudían personas raras de otros países, acostumbradas al calor, como los asiáticos (principalmente de China, Japón y Corea del Sur), que no se quejaban por los 40 grados y ya venían entrenados. Y se sumaban ingleses y otros extranjeros de la Costa del Sol. Y los cruceros. ¿Os acordáis de los cruceros? Estarán en la oficina de objetos perdidos, con los búcaros, si es que no se ha perdido la oficina telemática.