EN Sevilla habrá pronto más verdes que rojos, aunque la clasificación de la Liga Santander diga lo contrario. Ya he comentado que las elecciones municipales francesas dejaron algunos detalles muy interesantes, como que el coronavirus le ha quitado a la gente las ganas de votar y sólo participó un 40% del censo; y que los más beneficiados han sido los ecologistas. De modo que en Francia todos los políticos ya son ecologistas. Supongo que no cambiarán la estatua ecuestre de Juana de Arco, que está en una de las entradas del Jardín de las Tullerías, por otra de Greta Thunberg en bicicleta. Las modas son así. Pero la vida verde ha llegado para quedarse. De momento, en Sevilla vienen malos días para el arboricidio. Ya hay una decena de asociaciones verdes alegando contra el tranvía de Santa Justa. Capitaneadas por Adelante, cuyo nuevo portavoz es rojo: González Rojas.

POR fin han abierto las fronteras entre España y Portugal, lo que significa que se puede viajar desde Sevilla al Algarve. El Rey de España, Felipe VI, el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y los jefes de Gobierno, Pedro Sánchez y Antonio Costa, han escenificado la apertura en Badajoz y Elvas. Han tardado más en abrir la frontera con Portugal que con el resto de la Unión Europea. Tan cerca y tan lejos. Y lo hicieron en la víspera de que se abra con otros países no europeos, algunos con dudoso control de la pandemia. Querían permitir hoy los viajes con China, donde no piensan en recibir a europeos.

EL ecologismo está de moda. Hemos leído en la prensa: los ecologistas ganan las elecciones municipales en Francia. Aunque no es exactamente así. Ha ganado el miedo al coronavirus, ya que la abstención batió un récord, alcanzó mayoría absoluta, con el 60%. Sólo votaron el 40% de los censados. Algunos ecologistas de los que han ganado son como la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que sigue perteneciendo al Partido Socialista, pero se presentó a las elecciones como ecologista en una coalición de izquierdas, como se pudo presentar para salinera mayor en las fiestas del Carmen de San Fernando (Cádiz), donde nació. Los ecologistas han ganado en otras ciudades importantes. Y hasta el presidente Macron dice que él también va a ser ecologista. Por lo cual a Juan Espadas le auguro un futuro más verde que nunca.

LA visita de los Reyes de España a Sevilla ha dejado muchas perlas, casi un collar. Está bien que conozcan los proyectos del Polígono Sur y estaría mejor que el viaje sirva para un cambio. Eficacia es la asignatura pendiente. A veces no por culpa de los proyectos, sino también de algunos usuarios residentes en la zona. Hay un eterno combate entre la cultura del esfuerzo y el trapicheo fácil, que no ayuda. El comisionado Jaime Bretón conoce el panorama, por lo que pudo aportar claves a don Felipe y doña Letizia. Allí todo es manifiestamente mejorable. Hay que tener los ojos abiertos, sin mirar a otro lado. Por lo demás, esta visita ha dejado otras cuestiones pintorescas, al margen de su contenido social.

EL toldo sevillano nunca fue una cuestión menor. En otros tiempos antiguos (muy anteriores a los del coronavirus), por culpa de los toldos podía caer en desgracia un alcalde. Se nota que a Juan Espadas le perdonan todo. No es raro que quiera seguir en la Alcaldía. Sólo cae en gracia. Vive plácidos domingos. Con otro, retrasar la instalación de los toldos hubiera provocado una batería de artículos de los cronistas locales, en modo arrebato de “alcalde babucha el pueblo está en la ducha”. En la ducha o en la lucha, es igual, pues se consideraba que el toldo era indispensable para mitigar las calores de Sevilla, siempre fastidiosas en junio. En la plaza de San Francisco, los toldos eran elementos anunciadores de la Fiesta Grande. Corpus sin toldos hubiera sido una herejía, como una Semana Santa sin palcos y sillas. Ruina total.