ESTAMOS en el momento de ver si son galgos o podencos, si hacen falta túneles o un puente en la SE-40 para cruzar el río Gualdaquivir. Esto de los galgos y los podencos viene de una fábula de Tomás de Iriarte, del siglo XVIII, titulada Los dos conejos. La fábula es un género muy práctico, que se ha perdido, pero sigue latente en la conciencia de la gente. Los dos conejos se paran a discutir si los perros que los persiguen son galgos (como sostiene uno) o podencos (como dice el otro), con lo cual los alcanzan, y adiós muy buenas para los conejos. El mensaje de Iriarte se podría aplicar también a los que discuten por la SE-40, o por todo lo que se proyecta en Sevilla: “Los que por cuestiones/ de poca monta/ dejan lo que importa/ llévense este ejemplo”.

LOS políticos también son hijos de Dios. Incluso los de Vox y los de Podemos. Esto lo digo porque me parece muy bien que personas de ideologías opuestas, como Iván Espinosa de los Monteros y Pablo Iglesias, puedan dialogar en presencia de Inés Arrimadas. Y, además, que Espinosa de los Monteros e Iglesias tienen cuestiones en común, como que sus respectivas esposas, Rocío Monasterio e Irene Montero, también se dedican a la política, y es normal que ambos matrimonios superen dificultades para conciliar y hacer las faenas domésticas en sus chalés. Aparte de otras cuestiones que no nos interesan, como si quieren organizar una cena navideña en estos días. Me parece bien incluso ir a la cárcel para hablar con los políticos presos, como Oriol Junqueras, que también es hijo de Dios, y bastante devoto. A ver a los presos no sólo van los líderes de CCOO, Unai Sordo, y de UGT, Pepe Álvarez, sino que eso es lo habitual en la pastoral penitenciaria.

EL escalofriante accidente de un microbús de la línea C-5 en la Campana no puede ser despachado con la teoría de la resignación. ¿Era inevitable? Tampoco basta con retirar los cuatro microbuses de la marca Mercedes (eléctricos, por cierto) como los que originaron el siniestro, en el que dos mujeres sufrieron graves heridas. Imaginen que un microbús se va a empotrar contra el escaparate de Zara, en la esquina de la plaza del Duque y la Campana, a las 15:15 horas del sábado 7 de diciembre, en pleno puente de la Inmaculada, con el centro repleto de público. Lo primero que pensaríamos es que originaría varias víctimas mortales. No ha sido el caso. Aunque la foto de la mujer estrellada contra el escaparate es terrible. Que el accidente no haya tenido peores consecuencias se debe considerar un milagro, quizá porque el lugar está bastante santificado, ya que por esa esquina pasan los Cristos y las Vírgenes en Semana Santa, antes de entrar hacia el palquillo. O habrá sido que la Concepción, que es vecina, salió al quite en sus vísperas.

ESTE largo puente festivo de cuatro días no debería llevarnos a la confusión. En su origen, sólo se celebraba la fiesta de la Inmaculada, que es Patrona de España, entre otros honores. Algunos cofrades sostienen que el día festivo de la Constitución fue creado por el Gobierno socialista de Felipe González precisamente para cargarse la fiesta de la Inmaculada. Yo no diría tanto, pues supongo que el festivo del 6 de diciembre (creado en 1983, al año siguiente de llegar el PSOE al poder) fue instituido por la enorme devoción constitucional de Felipe y Alfonso. No la ha heredado el actual sucesor, Pedro Sánchez, que en estos días negocia con quienes quieren cargarse esa Constitución, cuya fiesta crearon ellos mismos. Pero la Inmaculada es diferente. Tiene otra tradición y responde al ámbito de las creencias y los sentimientos.

UNA de las citas básicas del puente de la Inmaculada en Sevilla es la exposición de los dulces de conventos de clausura en el Alcázar. Se celebra desde hace 35 años y se ha consolidado como un evento que atrae a sevillanos y turistas, muchos de los cuales no saben que los pueden adquirir durante el resto del año en los tornos de esos conventos. Este año participan 19, aunque en la provincia de Sevilla todavía existen 35 conventos de clausura con 523 monjas. Un verdadero milagro de Dios. A veces se comenta que entre las monjas de clausura hay un creciente porcentaje de extranjeras. ¿Y qué? También las extranjeras son hijas de Dios y buscan su refugio.