A veces, en la política, puede coincidir una conjunción astral, como ya advirtió Leire Pajín. Se debe reconocer que a Juan Espadas se le han puesto todos los fenómenos de cara. Tiene a Pedro Sánchez en el Gobierno central, a Susana Díaz en la Junta de Andalucía y a él mismo en el Ayuntamiento de Sevilla. Todos del PSOE. Y es el alcalde principal de su partido en Andalucía y en España, el único de las siete grandes ciudades. Ni en Madrid, ni en Barcelona, ni en Valencia, ni en Bilbao, ni en Málaga ni en Zaragoza hay alcaldes socialistas. Mientras que Podemos y sus afines tienen tres, Compromís valenciano uno, el PNV otro y el PP sólo el de Málaga. Espadas es una joyita para los socialistas. Además de un artista, que pacta a diestra o siniestra.

LA huelga de los funcionarios del Ayuntamiento de Sevilla se puede considerar equivocada, incluso contraproducente. Según los datos aportados por el Ayuntamiento, el seguimiento ha sido tan flojo que parece una convocatoria organizada a  mayor gloria del alcalde Espadas. A huelgas con esa participación se apunta cualquier empresario. Y para más sarcasmo, dicen que el área municipal con más huelguistas fue el cementerio (a principios de noviembre), donde se sumaron 15 de los 86 empleados. Si fue ahí donde pusieron más entusiasmo, es como para que los convocantes de CCOO, UGT, CSIF y SEM reflexionen.

EL puente de Todos los Santos ha sido en Sevilla el puente de la Esperanza de Triana. La afluencia masiva, con miles de personas venidas de la provincia, de Andalucía y de gran parte de España, confirma que Sevilla es la capital mundial de las cofradías. Y también que hay tres devociones universales, por encima de todos los límites de la normalidad. De modo que si el Gran Poder, la Esperanza Macarena o la Esperanza de Triana salen en una procesión extraordinaria a Juan Carlos Cabrera y los del Cecop se le ponen los vellitos de punta. Según la Policía Local, a la procesión de traslado del día de Todos los Santos acudieron 250.000 personas, mientras que el sábado asistieron más de 280.000 al regreso a Triana. Llegaron más de 300 autobuses, y cientos de personas se alojaron en hoteles, contribuyendo a mejorar la ocupación.

EL Festival de las Naciones, que apura su último fin de semana en el Prado de San Sebastián, es como una Expo chica. Puede que muy chica, si se compara con la magnitud de aquel evento universal; pero recogió su espíritu de abrirse a otros mundos y combinarlos con ciertas características que gustan al público sevillano. No es casualidad que la primera edición se organizó en 1993, el año de la melancolía. En esta edición está festejando su 25 aniversario, sin salida extraordinaria, pero muy consolidada ya  en el calendario sevillano. Con la Feria de las Naciones se va el verano y entra el otoño en Sevilla. Con la Feria de las Naciones cambia la hora y salen las prendas de abrigo de los armarios.

A los difuntos es costumbre tratarlos con respeto, incluso con veneración. No sólo los católicos, también en casi todas las religiones. Incluso los ateos pueden recordar con afecto la memoria de sus seres queridos. En España también se evoca la memoria de los seres odiados, como se ha vuelto a ver estos días, incluso metiendo al Vaticano por medio en la exhumación de Franco. Pero, cuando llega el 2 de noviembre, se puede reflexionar sobre la evolución de las costumbres mortuorias. Para los creyentes, con los columbarios de los templos, se ha abierto una nueva etapa.