VIENDO lo que ha ocurrido con la Semana Santa, algunos gaditas acérrimos me han comentado: “¡Menos mal que se salvó el Carnaval!”. Esa apreciación no será del gusto de los capillitas. A Juan Carlos Jurado y al Consejo de Hermandades, igual que en otros municipios de la provincia, les ha caído un buen marrón por delante. Deberán lidiar con unas circunstancias muy adversas y ruinosas para las cofradías. Pero, en lo referido al Carnaval, es cierto que para Cádiz fue un mal menor. Si el confinamiento se hubiera ordenado a principios de febrero, a la hostelería local le hubieran dado un rejonazo de muerte, si es que no lo han recibido ya.

ES una pena que el alcalde de Cádiz, comportándose a lo Kichi, se lance algunas veces sin paracaídas. Es lo que le ha ocurrido con el IBI de la Iglesia, que no sabía a cuántos edificios afectaría, ni cuánto supondría en ingresos, ni que este asunto no depende de él, porque está definido en el superior rango de la Constitución, como le han recordado desde el Obispado. Es un asunto que sólo sirvió para enredar en momentos inoportunos. Asociaciones y hermandades vinculadas a la Iglesia están trabajando en primera línea de la asistencia social para ayudar a los más desfavorecidos, también en la crisis del coronavirus. Kichi lo sabe, y además sabe que cuando pide ayuda para eso la encuentra.

POR desgracia, esta crisis del coronavirus está abriendo una brecha entre los profesionales sanitarios españoles y los políticos. La gestión del Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es patética. No se trata de buscar votos, ni de intereses políticos, sino de decir la verdad. Tenemos alimentos en los supermercados, que están abastecidos, aunque el Gobierno los culpó de la ruina de los agricultores, que también están funcionando bien. Pero falta material sanitario para los profesionales y para el público. Podemos comprar un kilo de naranjas, pero no una mascarilla para protegernos. Porque no llegan a las farmacias. Y, por si fuera, poco, el coordinador de Emergencias, Fernando Simón, que está demasiado nervioso, ha humillado e indignado a los farmacéuticos de toda España.

EL alcalde Kichi ha conseguido lo que no pudo nuestro admirado Fermín Salvochea: el cantón de Cádiz. Es cierto que don Fermín lo intentó y que la cosa iba para adelante, aunque resultó ajetreado, y no vamos a abundar en los detalles. También es verídico que Kichi lo ha conseguido por casualidad, gracias al coronavirus y a Pedro Sánchez, que es el jefe de los sanchistas que tanto le repelen, como Fran González y Mara Rodríguez. Pero lo ha conseguido, que es lo que cuenta. No sabemos cuánto le va a durar, más de dos semanas las tiene garantizadas. Incluye la Semana Santa, que este año será sin pasos y sin penitencia detrás del Nazareno.

ENTRE los mayores peligros del coronavirus están los focos de los contagios. El alcalde de Alcalá del Valle, Rafael Aguilera, ha protestado por lo que sucede en esta población de la Sierra, de 5.046 habitantes, donde la residencia municipal de mayores ya ha registrado más de 60 casos. Según los datos publicados, de los 39 mayores residentes han fallecido tres y están ingresados 18, por lo que 40 casos positivos corresponden al personal de plantilla y a otras personas. Es un foco que llama la atención. Más aún en una provincia como Cádiz, que aparece entre las tres andaluzas con menos contagios de coronavirus (junto a Huelva y Almería). Juan Marín, vicepresidente de la Junta, reconoce la gravedad y deja caer que al principio se habló de casos del personal, no de los mayores.