CON todo el jaleo del coronavirus, se ha acogido con cierta resignación la espantá de Zara, que va a retirarse de la calle Columela de Cádiz, cerrando la tienda de señoras y la de caballeros. En las actuales circunstancias, con todas las tiendas cerradas, parece menos importante. Sin embargo, en un ambiente de normalización, que no se intuye en el horizonte, puede complicar aún más la recuperación del comercio en Cádiz. Las tiendas de Inditex pertenecen al imperio de Amancio Ortega, ese empresario tan odiado. Pero no se van de Cádiz porque el alcalde Kichi sea anticapitalista, sino porque no les cuadraban las cuentas del negocio.

HABÍA un silencio de Viernes Santo en Cádiz, que se palpaba en las primeras horas de la tarde. Yo lo recuerdo de mi infancia, de hace más de medio siglo ya. Cuando el cortejo matinal del Sermón de las Siete Palabras regresaba a la Santa Cueva, ese silencio se espesaba, impregnaba la ciudad. Era algo indefinible, que parecía brotar de aquel espacio misterioso. En la Santa Cueva no entraban las mujeres ni los niños, y era como un lugar iniciático, propio de caballeros de siglos antiguos, que nos parecían inaccesibles. Se hablaba de Goya, se hablaba de Haydn, a los que parecía raro relacionar con el Cádiz de la posguerra, que ya había avanzado hacia la generación del 600. El Viernes Santo era un día de lutos rigurosos.

AUNQUE esta historia sea conocida, resulta oportuno volver a contarla, porque a veces se olvida, y hay muy poca memoria histórica; o será que los recuerdos se esparcen a conveniencia. No se puede entender lo que es hoy la cofradía del Nazareno de Santa María sin la aportación de José María Pemán, que fue su hermano mayor. Ni mucho menos sin lo que hizo para crear de la nada a la Virgen de los Dolores, que había sido destruida. En el origen de la Virgen de los Dolores de Santa María está José María Pemán, está Juan Luis Vassallo, está Antonio Accame, está Gitanilla del Carmelo… Es decir, están Cádiz, los gaditanos y sus sentimientos. Pero, por encima de todo, Pemán.

EL 12 de mayo de 2005 fue bendecida, en la iglesia gaditana de Santo Domingo, la nueva imagen de la Virgen de la Esperanza. Se cumplía así el sueño de la Hermandad de las Cigarreras, cuyo hermano mayor de entonces, Julio Oliva, había conseguido que Altadis, manteniendo la histórica vinculación de la Tabacalera con la hermandad, contribuyera a la donación de esta imagen. Se la habían encargado a Luis Álvarez Duarte, que la había realizado durante los meses anteriores en su taller de la localidad sevillana de Gines. Algunos miembros de la actual Junta de Gobierno de las Cigarreras, que acudían a verla antes de que estuviera terminada, aún recuerdan aquellos días.

EN este Martes Santo de coronavirus debía salir a las calles gaditanas Jesús del Mayor Dolor. También la Virgen de la Salud, en su paso de palio. Los titulares de la cofradía de Sanidad adquieren hoy una significación especial. No se puede olvidar que cuando fue fundada, en 1946, la hermandad nació para aglutinar en ella a profesionales sanitarios, de ahí su nombre. Es amplia la nómina de cofrades gaditanos que han pertenecido a lo largo de tres cuartos de siglo: conocidos médicos, enfermeros, farmacéuticos, etcétera. Algunos de ellos, como Venancio González, Antonio Mangas, Evelio Ingunza o Kiko Zamora, estuvieron al mando. Y también se añadieron otros cofrades, por devoción y por vinculación espiritual.