ENTRE los políticos predomina la teoría de que un partido suele perder cuando no presenta a su alcalde en ejercicio. Y suele ganar cuando lo mantiene. Esto no siempre ocurre, pero sí en la mayoría de las ocasiones. En Cádiz capital no sucedió en 2015, cuando la alcaldesa Teófila Martínez fue la más votada, pero sus 10 concejales resultaron insuficientes, y Kichi llegó a la Alcaldía gracias al pacto de los anticapitalistas y comunistas con el PSOE. La teoría se había cumplido en 1995, cuando los socialistas prescindieron de Carlos Díaz y ganó Teófila Martínez para el PP. Y se ha vuelto a cumplir en 2023, cuando Adelante no ha presentado a Kichi, y han quedado terceros y ha recuperado la Alcaldía Bruno García para el PP.

ESTE domingo la procesión del Corpus en Cádiz será diferente. Cuando la Virgen del Rosario salga de la Catedral y descienda a la plaza con la solemnidad y el señorío que acostumbra, no estará delante de Ella su capataz de los últimos 30 años. No se verá la figura inconfundible de Juan Pidre, con su martillo y con su sonrisa, centinela de los sueños del Niño y del suspiro de la Madre, que siempre mira al frente, con una mirada que parece perderse a lo lejos, pero que se posa suavemente en las almas de sus devotos y devotas de Cádiz. Se puede decir que Juan ya está eternamente a su lado, pero podríamos añadir que la nostalgia será inmensa. Pues pensamos que ese paso nunca se levantaría si no era al son de su martillo.

CON los partidos políticos pasa igual que con los partidos de fútbol: todo depende del resultado. Y, al final, lo importante es mantenerse en Primera División, aunque sea jugando mal, como el Cádiz en Elche, donde parecía que el descenso se lo disputaban los otros, de tanto como corrían los colistas. Menos mal que ya no hay primas a terceros. En las elecciones municipales tampoco hay primas, sino pactos entre primos, que es algo parecido. Si uno no tiene mayoría para la Alcaldía de Villanueva de Arriba se la cambia al otro por la de Villanueva de Abajo y que los rivales se vayan al ca… Después se les queda la cara del Valladolid, ciudad donde el PSOE y el PP empataron (allí se empata mucho), pero la Alcaldía se la dará Vox al PP. En Cádiz, por el contrario, el PP ganó sin depender de los otros, que es como mejor se evitan los penaltis de los últimos minutos.

EL domingo 28 de mayo ocurrió un fenómeno extraño. No me refiero a las elecciones municipales, sino a lo que sucedió en el estadio Nuevo Mirandilla (al que se le puede volver a cambiar el nombre) en un partido de infarto. El Cádiz CF derrotó al Celta por 1-0 y terminó la penúltima jornada con 41 puntos, sin estar salvado. Eso es raro, ya que en las últimas temporadas se consideraba que con 41 puntos estaba garantizada la permanencia. Hay excepciones, como el Betis, que descendió con 42 puntos en 2009, empatado con el Getafe, que se salvó. Y el Cádiz se lo juega con el Getafe. Por eso, hay que advertirlo: atención, el Cádiz no está salvado. Y debería tener mucho cuidado, porque si no puntúa en Elche le puede ocurrir una desgracia.

CÁDIZ volvió a demostrar en las elecciones municipales que es diferente. Una de las ciudades más raras de España. El terror de los encuestadores, que no se comprometían a acertar si habría mayoría de izquierdas o de centro derecha. Algunos le daban dos concejales a Vox, que se quedó cerca, y uno a Podemos, que se quedó lejos. En conjunto, ha sido un gran triunfo del PP. Pero, ¡cuidado! Aunque Bruno García tenga la mayoría absoluta, no ha sido como las de aquellos tiempos en que alcanzaban entre 16 y 18 concejales. Por supuesto que el resultado del domingo tiene incluso más mérito. Pero el nuevo alcalde, Bruno García, lo deberá administrar con cuidado, prudencia y generosidad con los rivales, sabiendo que medio Cádiz no le ha votado. Cuando vean la diferencia, Bruno debería ganar más partidarios, pues hacerlo peor que el anterior es difícil.