LA Medalla de Andalucía de Abel Moreno tiene mucho mérito. La Junta es reticente a conceder esas distinciones a hermandades y a todo lo relacionado con la Semana Santa. Quizá temen un aluvión de peticiones y los agravios comparativos catetos. De ese modo se han cometido (ahora y antes) algunas injusticias evidentes, como no haberla otorgado a Luis Álvarez Duarte, ni en vida, ni a título póstumo cuando falleció en 2019, a pesar de que fue autor de imágenes de valía y gran devoción en las ocho capitales y las ocho provincias andaluzas. Por el contrario, en otras actividades, incluso folklóricas, se emplea una mayor generosidad para el medallero.

UNA de las novedades en el concurso del Carnaval de este año ha sido el regreso de José Guerrero El Yuyu, con su chirigota ‘Los James Bond que da gloria verlos’. Sin entrar en los detalles del concurso, que cuenta con prestigiosos comentaristas, me han parecido interesante sus declaraciones, publicadas en el Diario, en las que le dijo a Virginia León lo siguiente: “La crítica con humor es un arma dura y entra mejor que la crítica pura y dura”. Esta frase es cuasi filosófica. Merece una reflexión. Porque el Carnaval en los últimos años ha entrado en una senda en la que se puede perder su espíritu y su independencia. No se debería confundir la crítica, que es su esencia, con el panfleto, que es un arma política.

A Bruno García le puede pasar lo mismo que a Kichi, si no cambia la tendencia. Ambos llegaron a la Alcaldía prometiendo un frenazo a la pérdida de habitantes de Cádiz. Kichi, en sus ocho años, no lo consiguió, sino que aumentó la pérdida. De modo que la capital gaditana es el tercer municipio de la provincia. Y, de seguir su trayectoria descendente, puede ser la capital menos poblada entre las ocho de Andalucía. Con lo cual se ve que sufre un fallo estructural. Y que no se dan las condiciones para ganar habitantes. Esas medidas pasan por la vivienda, como es perogrullesco de suponer, pero también por el empleo. Si los gaditanos jóvenes emigran masivamente, sus hijos viven en otros municipios.

A finales de enero, los representantes de la Junta de Andalucía, la Diputación Provincial, el Ayuntamiento de Cádiz y la UCA anunciaron un plan para salvar el edificio de Valcárcel, con una inversión “mínima” de 20 millones de euros que pagarán entre todos. Supuestamente las obras empezarán antes de que acabe 2025. El edificio, en el futuro, tendrá “un uso universitario”. ¿Y cuál es ese uso? No se sabe. Porque el rector, Casimiro Mantell, ya dejó claro que Ciencias de la Educación no se moverá de Puerto Real. Por consiguiente, se van a gastar 20 millones en salvar el edificio, lo que está muy bien. Aunque para algo que no se sabe lo que es. Se ha hablado del grado de Farmacia. Y de otros estudios universitarios sin concretar. Y eso nos lleva a una cuestión de fondo.

TRANQUILOS, que este no es un artículo negacionista, como aquella chirigota a la que le pidieron el telonazo. Algunas personas niegan el calentamiento global basándose en datos parciales. Y otras personas lo justifican con datos discutibles. Es evidente que las temperaturas han subido en los últimos años. Sin embargo, no todos los años son más calurosos que el anterior. Es más caluroso el promedio de las décadas. Sin olvidar que hay ciclos de lluvias y de sequías. Pero no trato de enrollarme con la meteorología global, sino de recordar que puede afectar a las playas de Cádiz. Para bien, porque la temporada de playas, en teoría, podría durar 12 meses. Y para mal, porque si sube el nivel del mar, se tragará las playas, y habrá que regenerar la arena con más frecuencia.