PUBLICAR unas memorias en Cádiz tiene mucho mérito. Es una ciudad con tendencia a olvidarse de las cosas que suceden de un año a otro. Quizás influye el Carnaval, que ha acostumbrado a cambiar los repertorios y los tipos todos los años. Y así muchos piensan que lo pasado ya pasó, y apenas queda un recuerdo difuso. Sin embargo, somos también el tiempo que vivimos. Pues, si no lo hubiéramos vivido, ya estaríamos muertos desde hace tiempo. Cumplir los 90 años no es fácil. Está por encima de la media de edad en Cádiz, Andalucía, España y la Humanidad. Y tener buena memoria a esa edad y publicarlas en un libro es una bendición de Dios, y es lo que nos ha regalado José Ramón Pérez Díaz-Alersi.
LA buena gente no se lo creía, pero ya estamos en primavera. ¿Y cuándo empezó? Depende. La primavera meteorológica comenzó el 1 de marzo, y es por lo que los jefes de la Aemet dicen que ha llovido poco este invierno, porque para ellos el invierno se terminó el día de Andalucía, que es cuando empezó el pasillo de borrascas. Para el calendario astronómico, la primavera empieza el 21 de marzo, que era el viernes de la semana pasada, cuando el pasillo de borrascas aún estaba con los coletazos. Y para una parte de los gaditanos la primavera empieza cuando abren Los Italianos en el día del topolino, que este año ha sido el 13 de marzo, en la plenitud del pasillo de borrascas. Ya ha salido el sol. Pero la gente quiere saber lo que va a pasar en Semana Santa. Otros años, con un Domingo de Ramos el 13 de abril, hubiera sido una Semana Santa de playa por la mañana y procesiones por las tardes. Este año ya se verá.
SON malos tiempos para la lírica. Estamos teniendo una triste racha de fallecimientos. Puede que ocurra siempre, por desgracia, pero en algunos momentos se nota más. Y en este caso se nota mucho, porque ha fallecido Gonzalo Córdoba, que era una referencia para Cádiz. Sin ánimo de hacer la competencia a Pepe Monforte y sus discípulos de las cosas de comer, se debe catalogar a Gonzalo como el verdadero padre de la buena cocina en Cádiz. No de la nueva cocina, que otros inventaron después, sino de la buena cocina, que ya estaba inventada por las madres y las abuelas. Pero había que ponerla en un restaurante gaditano de categoría. Y eso es lo que consiguió Gonzalo Córdoba, hace más de 60 años, cuando abrió El Faro.
SE nota que en Cádiz quedan ya menos lectores de José María Pemán. Este escritor gaditano calificó a la ciudad como “señorita del mar y novia del aire”. Debería estar grabado en alguna lápida, de las que suprimieron los rencorosos del odio histórico. Y significa que Cádiz es tan importante para el mar como para el aire. Cádiz es más bonito a vista de pájaro. Cádiz desde el cielo es una ciudad privilegiada. Y he escrito otros artículos en defensa de las torres miradores. Algunas se han perdido y otras siguen en el proceso de destrucción. Por eso, construir unos adefesios en las azoteas es pecado mortal y la Comisión del Patrimonio no lo debería consentir, si es que esta comisión sirve para algo.
COMO ya se acabó lo que se daba del Carnaval, que duró dos meses o por ahí, una jartura, y ya no escribe doña Cuaresma (que no soy yo, ni lo he sido nunca), le voy a echar un cable a esa distinguida señora, ya en pleno tiempo cuaresmal. Para decir que la temporada de borrascas nos ha sacudido en un momento que obliga a pensar en lo ocurrido. Llegaron las borrascas justo a tiempo para el Carnaval. Una borrasca divina disolvió un botellón en la plaza de la Catedral cuando cayeron granizos y chuzos de punta en blanco. Así se disuelve un botellón. Si no es a manguerazos, con un buen chaparrón.