FLUYE el tiempo, que marca su propio ritmo, quizás el único que realmente existe. Al terminar las fiestas navideñas, en Cádiz no se sube la cuesta de enero, ni la gente se distrae demasiado con las rebajas, sino que vuelve sus ojos hacia Onda Cádiz TV y Canal Sur, o sintoniza las emisoras de radio (eso era lo más clásico) para seguir el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas en el Gran Teatro Falla. Desde anoche se ha abierto una cuaresma profana de coplas, con un concurso que se prolonga durante un mes, más el epílogo en las calles, que es el verdadero Carnaval del calendario. Los más aficionados dicen que por fin ha empezado lo bueno. Y los más derrotistas que esto es el opio de Cádiz. Probablemente, no sea lo uno, ni lo otro. Pero afronta un año especial.

EL Ayuntamiento de San Fernando comprará el cine Alameda para reconvertirlo en auditorio. Parece un Ayuntamiento rico, porque justo en el Black Friday aprobó la construcción de dos estadios (el de Bahía Sur, que será remodelado para el fútbol, y el de Camposoto, para atletismo) por importe de 15 millones de euros. Construir dos estadios por 15 millones recuerda viejos tiempos, cuando no se redondeaba todo. Consideren que la remodelación del edificio de Valcárcel, para trasladar la facultad de Ciencias de la Educación desde Puerto Real, iba a costar 40 millones (o ya serán 50 millones, porque suben los millones cada trimestre). Y, con ese dinero, en San Fernando, construirían seis estadios, como poco. A ver si aprendemos para el pabellón Portillo, que también lo van a reconstruir en Cádiz.

DESDE el siglo pasado se habla y se escribe de la gran ciudad de la Bahía de Cádiz. Es como el castillo de San Sebastián, el hospital de Puntales, o el edificio de Valcárcel, que aparecen de vez en cuando entre los temas de actualidad locales, y desaparecen sin dejar huella a los pocos días. La gran ciudad de la Bahía estuvo en el centro de las polémicas a finales del siglo pasado. Cuando Alfonso Perales era consejero en la Junta de Andalucía intentó activar las áreas metropolitanas, entre ellas, la de la Bahía de Cádiz, la del entorno de Sevilla y la Costa del Sol malagueña, que son las tres grandes áreas metropolitanas de Andalucía. De aquellos intentos quedaron algunas mancomunidades y algunas colocaciones.

RESULTA sorprendente que en Cádiz apenas se hable de innovación y desarrollo. Investigar, lo que se dice investigar, se investiga en algunos laboratorios de la Universidad de Cádiz, que ha participado en proyectos importantes. Pero en la UCA, lamentablemente, lo que más llega a la opinión pública es el conflicto de Valcárcel para trasladar una facultad de Puerto Real a Cádiz. Es curioso, porque en Málaga presumen mucho de su parque tecnológico, y en Sevilla de las investigaciones en La Cartuja. Y así en otras ciudades andaluzas. El Ayuntamiento de Granada presentó un proyecto para convertirla en “ciudad de la ciencia y la innovación”. Y todo en ese plan. Por eso, llamó la atención el Foro de Economía Azul que organizó la Zona Franca de Cádiz, que debería marcar un punto de inflexión.

AL morir los escritores, las editoriales suelen tener el fino detalle de reeditar sus mejores obras. Esperemos que suceda esto con Antonio Burgos. Y no por un oportunismo fúnebre, sino porque ya no podrá aumentar una aportación tan sobresaliente para nuestra Andalucía. Entre sus obras, siempre destacarán las sevillanas. Pero tampoco se deben olvidar las gaditanas. El Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla publicó en 2018, en su colección de bolsillo, un libro titulado Discursos entre Sevilla y Cádiz, de Antonio Burgos. Incluía seis textos sobre Sevilla y nueve textos sobre Cádiz, rematados con el Pregón del Carnaval de 1988. En ellos, está el espíritu del mejor Burgos. Como lo está en las antologías de sus artículos.