A la Semana Santa gaditana, por segundo año consecutivo, le faltará una cofradía: la Oración en el Huerto. En Cádiz, el Domingo de Ramos comienza en el barrio de San José, con la Borriquita, que sale de la parroquia, y el Señor Despojado, que sale de Salesianos. Y hoy mismo se pone el punto final a la Semana Santa de Extramuros. Cuando llegue el Jueves Santo, las calles de San Severiano se quedarán silenciosas, y por la Puerta de Tierra no pasará el Señor confortado por el ángel, ni la Virgen de Gracia y Esperanza. Esta ausencia es un fracaso para la Semana Santa gaditana. ¿Y de quién es la culpa? De todos. Porque han creado dos partes irreconciliables, empeñadas en una solución que complica el problema.

HOY es Viernes de Dolores. La Semana Santa oficial empieza el Domingo de Ramos. Sin embargo, desde finales del siglo pasado, en Andalucía es costumbre que salgan procesiones con nazarenos o penitentes desde el Viernes de Dolores. Hoy y mañana son las llamadas vísperas, puesto que la Semana Santa oficialmente empieza cuando Jesús entra en Jerusalén y sale el paso de la Borriquita. Lo anterior es el prólogo, el pórtico, el preámbulo, o como se quiera llamar. Las cofradías de las vísperas, en otros lugares de Andalucía, suelen tener el objetivo de integrarse para salir, en próximos años, entre el Domingo de Ramos y el Sábado Santo. En eso Cádiz es diferente. Pero, como diría aquel, de la necesidad se puede hacer virtud. Así hoy se puede disfrutar de una gran procesión, con la Virgen de los Dolores de la VOT de Servitas.

LA gente no se está dando cuenta, pero Cádiz tiene la Zona Franca más cofrade de España. Sí, incluso más que la de Sevilla. Pues a nuestra Zona Franca, como ya he comentado en otras ocasiones, le cabe todo: unas 800 viviendas, tanatorios, supermercados, oficinas de medios de comunicación, talleres de reparaciones, concesionarios de automóviles, hipermercados de origen chino, edificios en ruinas, un muelle propio, organismos oficiales e incluso algunas empresas de innovación, inteligencia artificial y economía azul. Y, no suficientemente contentos con tan variada oferta, también potencian el sentir cofrade gaditano.

NO se sabe por qué, en Cádiz hablan y escriben mucho de los curas hasta los ateos. De los curas casi todo el mundo escribe mal, excepto yo, que casi siempre escribo bien. Aunque al obispo Antonio Dorado le entregaron un artículo que yo escribí en ABC, donde lo criticaba, y que se titulaba El obispo mayordomo. Lo supo encajar con deportividad, que es lo mejor para que después se escriba bien del aludido. Me ha llegado un libro de José Antonio Hernández Guerrero, titulado El regreso de los profetas, publicado por la Diputación de Cádiz, uno de los pocos organismos oficiales que todavía publican libros. Aborda un relato imaginario de lo que pasó “en los seminarios, los noviciados e incluso los conventos de clausura”, en aquellos años del Concilio Vaticano II. Según los cofrades, aquellos años en los que se dedicaron a construir templos con el requisito previo de que no pudiera salir un paso por la puerta.

EL ministro Óscar Puente va a dejar a Cádiz sin un puente. En concreto, sin el puente Carranza. Vaya por delante que la obra es imprescindible. Basta con pasear por debajo del puente, en un barco, para que se te pongan los vellitos de punta. En Génova (Italia) se derrumbó el puente Morandi, que estaría en cochambroso estado, mejorando lo presente. El puente Carranza sigue abierto al tráfico, pero da vergüenza de verlo. Por cierto, todavía no se ha explicado bien por qué una ley de Memoria obliga a cambiar el apellido Carranza en el estadio y lo mantienen en el puente. Alguien ha mentido. Pero lo que importa ahora es el puente que nos va a cerrar el Ministerio de Óscar Puente. Obras necesarias, aunque en fechas pésimas, por el retraso. Van a ser perjudiciales para Cádiz.