NO era sólo un buen muchacho, que salía de figurante en algunas agrupaciones de Carnaval. Si nos referimos a Francisco Moray Velatta, que era su nombre en el DNI, quizá pocos sepan identificarle. Pero Paquito del Mentidero era un personaje del Cádiz profundo, esa ciudad que ya casi no existe, y a la que no se debería ver nunca con menosprecio, ni con falsa superioridad cultural. Al contrario, Paquito era gadita, no sólo gaditano, y encarnaba las esencias festivas del Mentidero, uno de los tres barrios del folklore local, junto a Santa María y La Viña. Aunque también el más olvidado de los tres, el más venido a menos en los últimos años, cuando los pisos turísticos, la impersonalidad y una pátina de decadencia lo han sacudido demasiado.

SEGÚN algunos informes, España es el segundo país más ruidoso del mundo después de Japón. Quienes conozcan Tokyo podrán dudarlo. Mientras hay gente para todo en las oenegés, y mientras está de moda lo verde, lo ecológico, lo sano, el aire puro y todo eso, a la contaminación acústica no se la tiene en cuenta. A pesar de que está demostrado que origina enfermedades, causa inquietud y trastornos a enfermos físicos y psíquicos, y perturba a los animales. No es beneficiosa para la Seguridad Social. A pesar de lo cual, las ambulancias están entre los vehículos que más contaminación acústica causan, con sus sirenas estrepitosas. Como se puede apreciar en la Avenida principal gaditana.

A ver quién encuentra aparcamiento esta tarde, a la hora del concierto de Manuel Carrasco en el muelle. Sin darnos cuenta, Cádiz se está convirtiendo en una ciudad inaccesible. Eso se nota especialmente en los fines de semana de agosto. Y también cuando hay algo que supera lo normal: el Carnaval, la Semana Santa, espectáculos en el muelle, grandes regatas, compras de Navidad… De modo que el Cádiz de intramuros se transforma en un lugar difícil, al que hay que llegar. Y no sólo para los que viven en la ciudad, sino también para veraneantes y turistas de los municipios limítrofes de la Bahía. Como digo, en verano es cuando más se nota. Aparcar en Cádiz un fin de semana se plantea como misión casi imposible. Y ese problema irá a peor.

EL alcalde de Cádiz, Bruno García, ya ha cumplido sus dos primeros meses en el cargo (como todos los que tomaron posesión) y ha demostrado que otra forma de hacer política es posible. Eso se sabía. Tiempos hubo en los que Santiago Carrillo y Manuel Fraga convivían desde sus discrepancias obvias. Era el espíritu de la reconciliación. Después se perdió para que volvieran el revanchismo y el odio cainita por culpa de Zapatero. En otros tiempos (o sea, en la Transición), la derecha y la izquierda firmaron los pactos de la Moncloa. Y se pusieron de acuerdo para aprobar una Constitución, con el apoyo de socialistas, centristas, conservadores, comunistas y la CiU de Pujol. Todos esos (entre los ponentes estuvieron Miquel Roca y Jordi Solé Tura) demostraron que era posible un consenso básico. Sobre la Constitución, por cierto, conviene leérsela. Para ver lo que es constitucional.

LA provincia de Cádiz está mal preparada para el turismo masivo de agosto por culpa de las carreteras. No es nuevo y se sabía. El incendio en Las Canteras de Puerto Real obligó a varios cortes de tráfico, incluidos los dos puentes de acceso a la capital, el pasado domingo. Sin embargo, ese fue un suceso anormal. Lo peor es que cualquier contratiempo fortuito (como el incendio de un camión en la autopista AP-4, o un accidente de tráfico entre un autobús y una moto cerca de Tarifa) siembra el caos y deja colapsada más de media provincia. Justo en las fechas en las que acuden más veraneantes. Y en las que más utilizan los coches en las carreteras, pues el transporte público tampoco está a la altura de las circunstancias.