VIENDO el cortejo que acompañaba al Cautivo de Torreblanca en el vía crucis general, se apreció, una vez más, el tesoro que tienen las hermandades de Sevilla, incluso las más modestas. Me refiero a la juventud, ese divino tesoro, según Rubén Darío. En el cortejo participaron más de 500 hermanos, de los que en torno al 70% eran jóvenes. Algunos cofrades ilustres quedaron sorprendidos por la compostura que mostraron. Proceden de una barriada alejada del centro. Sin embargo, más allá de los tópicos, no tenían nada que envidiar a las más austeras cofradías en el respeto y hasta en el vestir. Los jóvenes de Torreblanca demostraron que han aprendido muy bien la lección. Se ganaron la admiración y el cariño de eso tan etéreo que se denomina la Sevilla cofrade.

El Sábado de Pasión de 1995 empezó un nuevo tiempo en Torreblanca. Se abrieron las puertas de la parroquia de San Antonio de Padua. Por vez primera, salieron a las calles de la barriada los nazarenos de Jesús Cautivo y la Virgen de los Dolores. Los sevillanos que se desplazaron desde otros lugares de la ciudad a Torreblanca se encontraron con estampas insólitas. Era otra Semana Santa, muy alejadas de los clichés y estereotipos. En Torreblanca se han visto hasta gallinas en alguna calle, mientras pasaban los pasos. Pero también se ha visto el respeto y el amor de un barrio. Aquella cofradía surgió como un milagro.

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LA mañana de la Virgen comenzó por la noche. Las peregrinaciones desde diversos pueblos del Aljarafe y el entorno de Sevilla no se han perdido. Hay grupos parroquiales, con jóvenes, que las están reactivando. No es por turismo, ni por esa afición creciente a caminar, sino por renovar ese amor a la Virgen de los Reyes, que de tantas formas se expresa.

A las seis de la mañana, frente a la Puerta de los Palos, hay pocas personas. Algunos esperan en sillitas de playa, o incluso duermen acostados en el pavimento. Las gradas de la Catedral están vacías. Sin embargo, el interior del templo se encuentra abarrotado. Sí, con el aforo de sillas completo. A esa hora ha terminado la primera de las tres misas que se celebran ante el paso. Comienza la segunda. A las seis y media empieza la tercera, que es la última. La nutrida asistencia certifica que esta mañana es diferente. Quienes temen que el culto público en Sevilla se ha quedado en la apariencia y en lo vacío, en un decorado ausente de fe, encontrarán aquí razones para defender lo contrario. Tan sólo la fe los mueve para madrugar en este día y estar junto a la Patrona.

l A la procesión del Corpus le pasa lo mismo que a la Madrugada: quieren cambiarla l Algunos hablan hasta de que salga el domingo

CON los cambios se puede mejorar (o empeorar), por lo que  merecen una sesuda y tranquila reflexión para no cometer errores. Hay una diferencia esencial con la Madrugada: el público que asiste al Corpus nada tiene que ver con el gamberreo de las altas horas. Y la procesión es una síntesis de sutilezas, tanto en los pasos, como en los detalles. Casi nadie perderá de vista que todo se hace a mayor gloria de Jesús Sacramentado. Este año, con la mejoría en el exorno de altares y escaparates, la ciudad ha intensificado el ceremonial característico de su fiesta grande. El Corpus de Sevilla es, a día de hoy, el mejor de España con diferencia.

¿Y por qué nos quejamos? Porque hace calor, situación normal teniendo en cuenta que no vivimos en Groenlandia. Y porque participan muchos capillitas en las representaciones. Esto último, naturalmente, se puede limitar. Pero  la procesión del Corpus, con nueve pasos y representaciones de tropecientas hermandades, nunca duraría menos de una hora y media larga. En Sevilla hay muchas hermandades y cofradías.

Ayer la procesión tardó 150 minutos (dos horas y media) en pasar por la plaza del Salvador. Esto supone un cuarto de hora menos que en 2016. Las representaciones capillitas se habían recortado voluntariamente en la mayoría de los casos. La más numerosa volvió a ser la de la Macarena, en torno a 150 hermanos. La acompañaron en el simbólico podio, a considerable distancia, El Gran Poder y Los Gitanos, que superaron en poco los 100 hermanos. En el entorno de los 80 a 100 representantes estuvieron la Esperanza de Triana, La Estrella y San Gonzalo. Al otro lado del río, viven a tope los dos Corpus. Sin embargo, otras cofradías con muchos nazarenos en Semana Santa, como Los Estudiantes, iban cortitas. Cada hermandad crea sus costumbres. La tendencia  más generalizada de este año ha sido a recortar.

Viendo pasar a tantos capillitas de todas las edades (con muchos niños y muchos jóvenes, por cierto) algunos se aburren. Se debe entender que el Corpus hay que verlo sentados en sillas de paganini. Así se hace más digerible. Además, en esta procesión se aprende mucho sobre la evolución de las hermandades. Con un poco de experiencia en el sector, se ven interesantes curiosidades.

Por cierto que hay una incipiente tendencia a relajar la disciplina en el vestuario, sobre todo en el femenino. Aunque la gran mayoría de las participantes iban muy correctas, hubo excepciones. Vuelve el color, a veces en tonos discordantes. Y sobran las prendas lenceras de ciertas chicas, que pueden servirles para salir de copas por la noche, pero no es el caso en esta señalaíta mañana. Para los zapatos se debe tener en cuenta que ciertas plataformas complican el equilibrio si vas con un cirio. En la parte noble del cortejo, donde se sitúan las academias, colegios profesionales y demás, esto lo entienden bien y las señoras iban impecables.

La estética tiene un lugar en esta procesión, Dentro del capítulo de uniformes, los hay de premio gordo para un día caluroso, como es el caso de los caballeros de la Real Maestranza, que tienen un mérito indiscutible. Los chaqués aportan una elegancia reconocida en esta procesión. Los sacerdotes y los canónigos también van bien arropados. Todos aguantando el calor humano y divino, que tiene esta mañana, encabezados por el arzobispo, Juan José Asenjo, y el obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra, que iban tras la Custodia.

En la representación municipal, menguada por conocidas razones, salieron, entre otros ediles, el portavoz del PP, Alberto Díaz; y el de Ciudadanos, Javier Millán, que precedían al triunvirato presidencial de gobierno, formado por el alcalde, Juan Espadas; con los tenientes de alcalde Carmen Castreño y Juan Carlos Cabrera. El alcalde Espadas hizo reverencias ante todos y cada uno de los altares que se encontró a lo largo de la carrera. No se le pudo poner un pero laico, en ese sentido. No es alcalde para un pacto sanchista.

El exorno de los pasos estuvo a la altura de la mañana. Quizás más sobrios que en años anteriores. Hubo detalles novedosos, como unos recipientes de cerámica con el escudo de San Gonzalo para los gladiolos del paso de las Santas Justa y Rufina, en vez de jarras de orfebrería, como es común. En tonos vaticanos, de blanco y amarillo, lució el del Niño Jesús. Muy señorial el de la Inmaculada. Muy sobrio el de San Isidoro. Cada pasito tiene sus detalles y contribuyen a que la procesión sea admirable.

El público se entusiasma con la compañía de honores. Aplausos a rabiar. En la plaza del Salvador se cantó el Ave María en la marcha Encarnación Coronada, de Abel Moreno. Era el punto final.

Entre las propuestas que se esbozan, no sólo estaría el recorte de las representaciones, sino medidas más profundas. Algunos hablan incluso de trasladar la procesión al domingo, para que coincida con la fiesta litúrgica. Se basan en que el Papa Francisco ha trasladado la procesión del Corpus de Roma al domingo. A partir de este año, ya no saldrá en jueves.

Pero en Sevilla faltaría mucho para eso. Un día de Corpus como el de ayer nos deja dudas. ¿Para qué lo vais a tocar? Ved que es una maravilla, algo insólito, un oasis de esplendor, a mayor gloria del Santísimo Sacramento. Es un contraste de choque con la vulgaridad de estos tiempos.

José Joaquín León

ES muy interesante el informe sobre los incidentes de la Madrugada que ha presentado la Hermandad del Gran Poder. Coincide, en bastantes apreciaciones, con lo que sufrieron las demás cofradías, así como el testimonio de los que salimos de nazarenos o lo vieron en las calles. Se trata, además, de un texto riguroso, elaborado sin prejuicios por la hermandad que preside José Félix Ríos como hermano mayor. Un documento que puede tener una notoria repercusión en las sentencias judiciales. Una de sus afirmaciones es que la pelea ocurrida en la bodeguita Virgen de los Reyes, en la calle Arfe, fue un incidente menor, y que los contendientes fueron separados “por el escaso público allí presente”.