VAMOS a empezar como en el programa del oyente: este artículo se lo dedico al vicepresidente de la Junta, Juan Marín, que es el responsable del turismo en Andalucía, y que es de los pocos ciudadanos que pueden viajar entre Sanlúcar de Barrameda y Sevilla, al ejercer un cargo público esencial. La mayoría de los bares sanluqueños permanecen cerrados, ya que los sevillanos de base no pueden viajar a Sanlúcar. Aunque ambas provincias están en la misma fase 1. Aunque la hostelería y el turismo de la costa de Cádiz tienen dependencia de la circulación entre las limítrofes. Aunque, si fueran vascos, sí que podrían viajar, eso seguro, porque los seis votos del PNV valen su peso en oro. Y porque los 10 votos de Ciudadanos, el partido de Juan Marín, se los han regalado, sin pedir nada para su Sanlúcar querida. Ahí quedó.

SE ve a simple vista: mascarilla rima con Sevilla y con maravilla y con silla. Pero entre quienes se sientan en las sillas de las terrazas de los bares sevillanos apenas se ven mascarillas, lo cual resulta maravilloso. Los ojos de todas las grandes ciudades de España están puestos en lo que suceda aquí. El bar Jota ya es mundialmente famoso. Madrid, Barcelona y Valencia (también Málaga en Andalucía) se han quedado castigadas, en la fase cero, por lo que Sevilla es la gran ciudad desescalada por su excelencia. En los tiempos de Zoido como alcalde, se hablaba más que ahora de Sevilla como gran ciudad. ¡Lo que hubiera disfrutado Juan Ignacio con Sevilla en el podio de de las grandes ciudades desescaladas! Sin embargo, Juan Espadas no ha presumido de ese logro. Ni tiene muchos motivos. Los incumplimientos en Sevilla son flagrantes.

ES significativo que el símbolo de la desescalada en Sevilla sea el Señor del Gran Poder, que ha bajado de su camarín, y que ya nos aguarda en su basílica de la plaza de San Lorenzo con las puertas abiertas. Todavía los devotos no pueden subir a su camarín que es el confesionario del Señor, ni mucho menos besar (o si acaso rozar) el talón que marca la zancada. Algunos dirán: en realidad, al Señor no lo han bajado del todo, no está como lo vemos (y no lo vimos) al empezar la Semana Santa, cuando se queda junto a sus fieles para el besamanos. Pero el Señor ya ha desescalado una parte del camino y está más cerca. Está donde se le espera: entre el cielo y el suelo.

HOY va a entrar Sevilla en la fase 1,5 del plan de desescalada. Oficialmente, es la fase 1, ya lo sé, pero como los científicos misteriosos no saben lo que hacen, le han añadido ventajas de la fase 2. Por ejemplo, viajar a las segundas residencias en la provincia. Eso estaba previsto a partir del 25 de mayo, con la fase 2. Así lo recordaron en la mañana del sábado. Sin embargo, dos horas después, en su arenga semanal, Pedro Sánchez dijo lo contrario: podéis ir a las segundas residencias, siempre que estén en la misma provincia. Y se le olvidó: o en las limítrofes del País Vasco. Porque allá arriba, no sé si para agradecer los votos del PNV de Urkullu, les permiten todo lo que piden, a pesar de que Álava fue uno de los focos principales e iniciales del coronavirus y tienen una tasa de mortalidad más alta que la de Málaga o Granada.

UNA de las características del Mando Único es que no aciertan ni cuando rectifican. Aunque hay excepciones: hasta ellos se han dado cuenta de la parida que había pedido Isabel Díaz Ayuso, con la fase 1 para Madrid, epicentro del coronavirus. Por su parte, la Junta de Andalucía solicitó al ministro de Sanidad, Salvador Illa, que rectifique los horarios de las salidas. En realidad, eso lo pide todo el mundo, ya que son demenciales, y no quedó claro si se le habían ocurrido a Fernando Simón o al marqués de Sade. Otro problema. Los mejores horarios, como los mejores árbitros, son los que no se notan. Es decir, los mejores horarios son los que no existen, sino que cada uno sale cuando se le apetece.