HAN pasado más de dos meses desde que empezó el confinamiento, estamos en la fase uno y pico, y nos hemos dado cuenta de que mascarilla no sólo rima con Sevilla, con maravilla, con silla, o con tortilla, sino también con Illa. Es ahora el ministro por excelencia del mando único. Han pasado más de dos meses de ruina, y por fin ha decidido que el uso de la mascarilla debe ser obligatorio en los espacios públicos. Aunque al final, se ha arrugado un poco, y ha abierto la trampita: siempre que no puedan guardar las distancias. En Marruecos es obligatoria, por citar un caso próximo. De allí siguen saliendo pateras, que no entran por los ocho puertos internacionales permitidos, sino a su aire. Pero las mascarillas son imprescindibles para los marroquíes. Y viajar a España está prohibido; excepto que sea en patera, ya digo.

EL aeropuerto de Sevilla no había sido incluido entre los cinco en los que el mando único permitía los vuelos internacionales. En esa lista sólo estaban los de Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca, Málaga y Gran Canaria. Es decir, cinco de los seis que mueven más pasajeros internacionales en España. El alcalde, Juan Espadas, protestó y montó un agravio comparativo (en el PSOE también saben hacerlo, cuando les conviene) para el aeropuerto de Sevilla-San Pablo. El mando único de Pedro y Pablo reaccionó y lo incluyeron en la lista, junto al de Alicante-Elche (que es el quinto de España) y algunos más, quizá para disimular.

EN la noche del sábado pudimos ver que el 90% de los bares del centro de Sevilla (o algo así) siguen cerrados. Hay como una huelga general de bares y restaurantes. La inmensa mayoría de los más frecuentados no han abierto; y eso vale tanto para los más populares como para los más exquisitos. Y no es sólo por tener o no tener espacio para terrazas. Zonas de las que veíamos con más veladores, como el barrio de Santa Cruz, la Puerta de la Carne, la plaza de los Terceros, o buena parte del Arenal, entre otras, mantenían cerrados casi la totalidad de sus bares con veladores. En la calle Albareda y en la plaza de la Encarnación había algunos, pero la imagen era desoladora. Parece que ni en los bares se fían de los clientes, ni al revés. Hay una crisis de confianza, que estropea aún más la vuelta a la normalidad.

AL populismo podemita le gusta azuzar la división entre ricos y pobres. Y considerar como ricos a todos los que no viven en la pobreza, para fomentar el odio de clase marxista. En esos ambientes, se mueven como pez en el agua o como Maduro en Venezuela. Por eso, Pablo Iglesias dice que los ricos estarán encantados de ser solidarios y demostrar lo buenos patriotas que son; y se supone que lo suelta con tono irónico. Mientras su compañero Pablo Echenique dice que las protestas contra el Gobierno en el madrileño barrio de Salamanca son de pijos y cayetanos, y no se permitirían en un barrio popular (popular del frente, no del partido). Es decir, en esta crisis de la pandemia, hay unos políticos interesados en dividir a las ciudades según sus barrios. En Sevilla, donde ya existen unos barrios paupérrimos oficialmente reconocidos, se debe tener precaución con el contagio.

EL estudio de seroprevalencia que ha encargado el Gobierno es como una encuesta del coronavirus. Esta no la gestiona Tezanos, el del CIS, sino el Instituto Carlos III y el Centro Nacional de Epidemiología. Los resultados confirman lo que se intuía. Y también cuáles son las provincias más y menos afectadas. De ahí se pueden deducir los principales errores cometidos. En esta encuesta, se queda Sevilla como tierra virgen para el coronavirus, ya que sólo aparecen como casos positivos el 2,3% de sus habitantes. Están sin inmunizar el 97,7%. Con estos datos, se puede dar por seguro que habrá otra oleada de coronavirus en otoño-invierno, quizás a la vez que la gripe. Sevilla está muy lejos de lo que se denomina inmunidad de rebaño (me encanta lo de rebaño, que viene como anillo al dedo), así que sálvese quien pueda.