PODRÍA escribir (y lo escribo) que el alcalde Bruno progresa adecuadamente, en materia de iluminación navideña en Cádiz. Puede que la de este año sea la mejor del siglo XXI,…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
TENER un hijo es más difícil que escribir un libro y plantar un árbol, en los tiempos que vivimos. Antes no, antes España era diferente. Era un país de reprimidos y reprimidas, según decían los progres de los años 80, que hicieron la revolución sexual con 15 años de retraso…
UNO de los motivos por los que Pedro Sánchez consiguió la presidencia del Gobierno fue el miedo a Vox. La posibilidad de que Alberto Núñez Feijóo necesitara un pacto con Vox para gobernar, según auguraban las encuestas, impulsó el voto del miedo, con una movilización del electorado socialista. Y quizás…

AVISO a los navegantes: es una tentación muy grande tomarse a cachondeo el maremoto del 20 de noviembre. Como muchos gaditanos, por cierto. Predomina una teoría, muy extendida, según la cual este simulacro de maremoto (no le digáis tsunami, que suena a japonés) es un invento del consejero de Emergencias, Antonio Sanz. ¿Para distraer a la gente de los cribados? No, para suministrar un material adecuado a los repertorios del Carnaval de Cádiz de 2026. Para los cuplés puede ser estupendo. Y, además, que tal como se ha planteado no parece un maremoto de verdad, sino lo que es: un simulacro. Los maremotos de verdad no suelen avisar una semana antes, ni decir que te van a enviar la señal de emergencias modelo Ventorro el 20 de noviembre a las 10:03 de la mañana.
VERDADERAMENTE corren tiempos difíciles para el literato puro y duro. En el Premio Planeta se ha pasado de tener como finalista a Juan Benet (1980) a que lo gane Juan del Val (2025). Casi medio siglo de literatura democrática. Hemos pasado de jalear a Joyce a que cualquier político es escritor. Hasta Pedro Sánchez o Juanma Moreno. En eso han copiado al régimen anterior. El ministro franquista Gonzalo Fernández de la Mora escribió El crepúsculo de las ideologías, un ensayo filosófico con el que le compararon con Nietzsche y otros así, puede que incluso con Santo Tomás de Aquino. Y lo más terrible es que hasta los de la oposición andaluza fueron al Parlamento de las Cinco Llagas, a hablar de Manual de convivencia, el libro de Juanma Moreno.
UNA de las singularidades de este país es que la mayoría de los políticos viven en otro mundo. Se han instalado en unos relatos de fantasías que ocultan la realidad. El sanchismo gobierna gracias a sus relatos. Han conseguido despistar a la gente, y mantenerse en el poder sin mayoría parlamentaria estable y sin presupuestos desde hace dos años. Manda huevos que se hable y se escriba más de las presuntas filtraciones del fiscal general de Estado que de la subida de los huevos y los alimentos en general. Nos han engañado, diciendo que somos la locomotora económica de Europa, y lo peor es que algunos ingenuos se lo creen. Pero sólo se refieren al PIB. Hay otros indicadores pésimos.
CON la denuncia al obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, los fieles de la diócesis se han quedado estupefactos. Más aún cuando el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, y el arzobispo de Madrid, José Cobo, han afirmado que la denuncia tiene “verosimilitud”. La palabra verosímil, según el Diccionario de la RAE, significa “que tiene apariencia de ser verdadero”, y en su segunda acepción “creíble por no ofrecer carácter alguno de falsedad”. ¿Y la presunción de inocencia? Es triste que dos arzobispos no sean prudentes, ya que el caso está en un tribunal eclesiástico, que no se ha pronunciado todavía.
PUEDE ocurrir que las palabras nos digan algo y lo contrario. O que lo contrario nos sugiera lo mismo, siendo lo opuesto. Por ejemplo, los célebres versos que Antonio Machado le adjudicó a su apócrifo Abel Infanzón de “Sevilla sin sevillanos, ¡la gran Sevilla!”. Lo publicó en 1914, y lo amplió después, con el sentido que ha perdurado: “Dadme mi Sevilla vieja/ donde se perdía el tiempo/ en palacios con jardines/ bajo un azul de convento”. De modo que su gran Sevilla era la histórica, y no cualquier Sevilla sin sevillanos. En sus versos finales lo remata: “Sevilla y su verde orilla/ sin toreros ni gitanos. / Sevilla sin sevillanos/ ¡oh maravilla!”.