PUEDE ser un gran día. Hoy se reúnen en Sevilla la presidenta de la Junta, Susana Díaz, y el alcalde de Cádiz, José María González, que la visita en el Palacio de San Telmo. Esta reunión (la segunda, tras la de febrero de 2017) adquiere un carácter como diplomático. Igual que Susana recibió al ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, recibe al alcalde del cantón de Cádiz. Por lo que entonces podemos hablar del lado más institucional del compañero Kichi, que también acude a donde debe acudir, y no sólo va dando paseos con su mochila y la libreta para apuntar lo que le digan los vecinos, como proclamó desde el principio. El alcalde, metido en su personaje, también es capaz de cerrar acuerdos con el rector de la Universidad, o recibir al comandante del Juan Sebastián de Elcano, su barco preferido.

PARA la integración del puerto en la ciudad de Cádiz siempre se consideró oportuno utilizarlo como aparcamiento. En los Carnavales de la Transición, cuando la fiesta recuperó un nuevo auge en los tiempos de los Carlos (Carlos Díaz de alcalde y Carlos Mariscal de concejal de Fiestas), el muelle era el estacionamiento predilecto. No se concebía un Carnaval en el que no se pudiera aparcar en el muelle. Es cierto que la ciudad contaba con menos espacios subterráneos, pues no habíamos llegado a los años gloriosos de Emasa. Con el tiempo, aquello se perdió.

LAS polémicas sobre los andaluces y los gaditanos vagos se reproducen cíclicamente de vez en cuando. Por ello, no se puede culpar al empresario cordobés Miguel Ángel Tamarit de la falta de inversiones en la provincia de Cádiz y la tasa del paro. No llega a tanto. En las letras del Carnaval (ahora que estamos en ello) se pueden encontrar interesantes ejemplos para ilustrar sobre esta temática, tanto en un sentido como en otro. La holgazanería o vagancia se ha atribuido históricamente a los andaluces en general, siendo los gaditanos sólo una parte del problema. Ocurre que aquí se tomó al flojo con demasiado gracejo. Se atribuye al flamenco Ignacio Ezpeleta la siguiente frase: “¿Cómo voy a trabajar si soy de Cádiz?”.

EL buque escuela Juan Sebastián de Elcano es como un trozo de Cádiz que navega por el mundo. Como dicen los tópicos, es inconcebible Cádiz sin el Elcano y el Elcano sin Cádiz. En Navantia de San Fernando (antes Bazán) le han terminado una puesta a punto, con reparaciones para que aguante varias temporadas más. Tanta importancia tiene esta escuela ambulante de la Marina española que al arsenal de la Carraca han acudido dos Reyes de España para verlo: el vigente monarca, Felipe VI, y el emérito, Juan Carlos I. Algo poco frecuente en los últimos tiempos. Contrasta ese interés de la Corona con lo sucedido en Cádiz: al Juan Sebastián de Elcano lo han desplazado en el muelle para que ocupe su sitio la carpa del Carnaval.

HOY le voy a dar la razón parcialmente a los de Podemos y Unidos Ganemos del Ayuntamiento de Cádiz. Me parece inexplicable que hayan pasado dos años y medio discutiendo en la Fundación Municipal de la Mujer y al final hayan puesto como gerente a un hombre. Para colmo, el presidente de la cuestionada Fundación es el alcalde. Es decir, que el presidente y el gerente de las mujeres gaditanas son dos hombres. ¿Eso es micromachismo, o qué carajo es? Con perdón de las señoras y señoritas. ¿Es que en Cádiz no hay ninguna mujer capacitada para ser gerenta? En Onda Cádiz, por ejemplo, la gerente electa por la oposición ha sido una mujer, Inmaculada Macías, lo que me parece perfecto, somos amigos, aunque ahí daba igual que fuera un hombre, o que siguiera el mismo, que ya estaba antes con los otros. En materia de gerentes y gerentas no se aclaran, van a pasar cuatro años peleándose por el cambio.