EN este siglo XXI los periódicos serios ya no publican inocentadas el 28 de diciembre. Pertenecían a la mejor tradición del humor español, que eran Wenceslao Fernández Flórez, Miguel Mihura, Jardiel Poncela y tantos otros, hasta llegar a La Codorniz. Después vino el soserío y el poco ingenio. Los malanges siempre han menospreciado lo humorístico, porque ellos no tienen gracia. Sin embargo, ahora ya no hacen falta inocentadas el 28 de diciembre, sino que las leemos todos los días. Este año, la gran inocentada ha sido el exilio de Puigdemont en Bruselas. Y, en Cádiz, la inauguración de la estación de autobuses, que estuvo más de un año terminada y cerrada. Pero en Cádiz leímos muchas más, de las que sólo destaco algunas:

VUELVEN a casa, vuelven, por Navidad. En estos días han regresado (aunque sea por poco tiempo) muchos emigrantes gaditanos, que se han ido a otras ciudades españolas, a otros países extranjeros, donde encontraron el trabajo que aquí no existe. No sólo un empleo cualquiera, sino con una cierta calidad. Y, en contra de lo que algunos piensan, no todos están tristes por pirarse, sino que han descubierto que hay vida más allá de Cortadura, o más allá de El Cuervo. No hace falta recordar el refrán de los profetas en su tierra para saber que los grandes destinos profesionales no suelen estar en la provincia de Cádiz. A veces quedarse es empobrecerse, renunciar a un futuro mejor.

EL discurso navideño del Rey tuvo matices novedosos en lo que dijo, pero fue más interesante por lo que insinuó. La lectura entre   líneas de su apelación a la convivencia y a restañar las heridas entre las dos Cataluñas fue lo más interesante. Porque establece   la disposición de la Corona a arbitrar un nuevo panorama político, donde tendría cabida una reforma de la Constitución. Sin decirlo expresamente, el Rey ha asumido que el inmovilismo es imposible después de los resultados electorales del 21 de diciembre. Sólo serviría para encanallar y prolongar todavía más un conflicto político que ya provoca el hartazgo de muchos españoles.

EN Cádiz han tocado el Gordo y el segundo premio. Se dice así, y te crees que la ciudad está nadando en riquezas, con los gaditanos y las gaditanas brindando masivamente con fino de Jerez o cava de la tierra. Sin embargo, matizo la realidad, en plan cenizo: han tocado cuatro décimos del Gordo y tres décimos del segundo premio. Es decir, 1,6 millones del primero y 375.000 euros del otro. No está mal, por supuesto, pero suman menos de dos millones de euros. Sin contar el quinto, que tocó frente al estadio, y en otros municipios de la provincia. Una minucia, si se comparan con los 528 millones que han repartido en Villalba (Lugo) con 132 series del Gordo. O los 129 millones de Málaga.

ES absurda la polémica que se ha montado por la actuación de la chirigota del Selu García Cossío en un acto de Ciudatadans en Catalunya. A ver qué tiene de malo, ni de bueno... Esta misma chirigota intervino en el cierre de campaña de Podemos en Sevilla, en las autonómicas de 2015, y no se dijo que cantaran como muestra de devoción por Teresa Rodríguez. Entonces no hubo tantas quejas, aunque sí algunas, porque en las redes sociales hay enteraos, y también aburridos. Pero, vamos, que es por ignorancia, porque las chirigotas y las comparsas siempre se han vendido al mejor postor, a la hora de actuar en todo tipo de actos. También en mítines de partidos políticos, desde las primeras elecciones democráticas en 1977.