A veces el amor también existe, aunque escriba sus letras con renglones torcidos. A veces se llega al amor por unas veredas que ocultan rincones de dificultad, que deben esquivarse con las verdades por delante. Ha fallecido Pepi Martín Carrera, una gaditana cabal, que por sí misma merecía admiración y elogio. Pero que era imposible de distinguir sin su media naranja: Pedro Payán Sotomayor. Ambos estaban unidos e indisolubles, hasta que la muerte traicionera se presentó, de repente, una tarde de noviembre en un piso de la Segunda Aguada; los separó y se llevó por delante la sonrisa clara y sincera de Pepi. En los últimos años, ella vivía para cuidar a Pedro, por sus problemas de visión. Pepi parecía más joven de lo que era, siempre activa, y dispuesta para estar a su lado y para aportarle vitalidad.

VA a cumplir lo que prometió: dijo que no estaría más de ocho años como alcalde y ya ha anunciado oficialmente que no se presentará a la reelección. Lo va a cumplir, pero le ha costado trabajo decirlo. No necesitaría recordarlo si él mismo no hubiera alimentado dudas en los últimos meses. Aunque sabía que presentarse otra vez, además de incumplir su promesa, era arriesgarse a perder. No a perder por mentir, sino por su mala gestión como alcalde. La carta de despedida no viene a cuento. Debió esperar a mayo de 2023, cuando terminará su mandato. Al despedirse, queda la sensación de que ya tiene todo el pescado vendido; o todo el humo, que es lo que mayormente ha vendido.

AUNQUE una parte de los gaditanos no se lo crea, en Cádiz la cultura es mucho más que el Carnaval. O lo debería ser. Sin embargo, en la ciudad no se ha conseguido crear una buena promoción cultural para atraer un turismo específico. A pesar de contar con festivales de primer nivel en varias artes. Un ejemplo lo tenemos estos días, con el XX Festival de Música Española, que empezó el 11 de noviembre y se prolongará hasta el próximo domingo, día 27. Cuenta con una programación musical atractiva para melómanos no sólo de Cádiz, sino también de fuera. Pero no se ha promocionado con el suficiente énfasis, ni se ha convertido en lo que debería ser: un aliciente para el turismo cultural.

EN Cádiz lo peor que le puede pasar a un ente viviente es ser humano. Es mucho mejor ser vegetal, animal, cosa o extraterrestre. Esto ha quedado de manifiesto en los últimos tiempos del kichismo. Y la guinda del pastel ha sido el cartel del Carnaval de 2023. El autor, Fabio Castro, escoltado en la presentación por los concejales Paco Cano y Lola Cazalilla, proclamó: “Este éxito se lo dedico a los animales, los árboles y los seres vivos no humanos de Cádiz”. Y se quedó tan pancho, aunque ha servido para el cachondeo. La gente no recuerda que en los coros han salido ‘Los marcianos’ y ‘Los bichitos de luz’, en las comparsas ‘Los gatos callejeros’ o ‘Calabazas’, en las chirigotas las frutas de ‘Ricas y maduras’, o ‘Los encantadores de perros’. Y así podríamos seguir poniendo ejemplos. En el Carnaval ha salido todo, incluso seres humanos, que son los que mayormente cantan.

SI Molière hubiera sido gaditano, y hubiera vivido en el siglo XXI, quizás hubiera escrito una comedia titulada El alcalde a palos. Su argumento podría ser parecido al de El médico a palos, de la que fue autor; aunque su título original en francés era Le médecin malgré lui (El médico a su pesar). En esta obra, se muestran el fingimiento y las dobles personalidades para aparentar lo que no se es, aunque suceda por miedo a los palos y el castigo que va a recibir el falso médico. En Cádiz está pasando lo mismo con los candidatos a la Alcaldía. Sólo por las presiones, y por el temor de que los apaleen (políticamente hablando), van a nombrar a los candidatos de los partidos tradicionales. Pues los que han salido como aspirantes van por libre, quizás en busca de la notoriedad que perdieron.