PUES sí, más vale un congreso en mano que otro volando. La concesión a Cádiz del IX Congreso de la Lengua Española de 2023, ante la dificultad de organizarlo en Arequipa (Perú), es una buena noticia. Se debe apoyar, y no introducirlo en el debate político. No obstante, tampoco se puede olvidar la realidad. Y la realidad, según lo que han anunciado el director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, y el presidente de la Academia Peruana de la Lengua, Eduardo Hopkin, es que el Congreso de Cádiz se celebrará del 27 al 30 de marzo de 2023, y que no se cambiará el formato previsto para Arequipa “ni en contenidos ni en fechas”. Es decir, Cádiz organizará el congreso asignado a Arequipa con los contenidos previstos. Que no son los que se aspiraba a incluir en el de Cádiz 2025.

HAY gente con muy mala leche, ya lo sabemos. Hay gente que está diciendo: “Sí, el Gordo está muy repartido, pero fijarse bien en cómo se hace el reparto”. Hay gente que piensa que el Gobierno de los sanchistas de Pedro y los unidos de Yolanda y los podemitas de Irene, en contubernio con los independentistas catalanes y los pro etarras vascos, hacen trampas en todo. Incluso en el sorteo del Gordo. Ni que decir tiene que yo no pienso eso. Puedo prometer y prometo que es mentira. Se puede afirmar y lo afirmo que el Gobierno no hace trampas. En este sorteo, quiero decir, en otras cuestiones hay más dudas. Puedo apuntar y lo apunto que esas insinuaciones no han sido concebidas por la conspiración de la oposición de ultraderecha, ni por los jueces fachas, ni por el sursum corda. ¿Y eso qué es? Nada, que el sursum corda iba a misa.

ALGUNOS pensarán: este hombre está contento porque Teresa Rodríguez se retira de la política y volverá a dar clases en un instituto de Puerto Real. Aunque es una retirada parcial, porque seguirá como portavoz de Adelante Andalucía, o eso pretende. Pues no, no me alegro de que se retire. Al revés: considero que debería haber seguido en la política activa. Los hay peores que ella. Es una mujer progresista, a la que quizá le ha perjudicado ser una mujer, aunque al principio la benefició. Y creo que nunca ha sido valorada como la que realmente es: la principal referencia de la extrema izquierda gaditana, incluso por encima de su pareja, el alcalde de Cádiz, José María González Kichi.

DECÍAMOS no ayer, sino el viernes pasado, que en Cádiz se repite lo mismo de generación en generación, pero se presenta como si fuera nuevo. ¿Y qué me dicen de la lluvia? En la dura posguerra española, los periódicos publicaban noticias cíclicas sobre la pertinaz sequía que asolaba al país. A Franco se le atribuye que su principal afición, en las obras públicas, era construir embalses. Al franquismo se le debe criticar por su propia esencia dictatorial, pero no por los pantanos, como se le tiende a ridiculizar. Es lastimoso que en la democracia, incluso con gobiernos del PSOE, hayan construido pocos embalses, que no son de izquierdas ni de derechas. Si Grazalema es uno de los lugares de España con más pluviosidad, en Cádiz nunca deberíamos estar a pique del repique con las restricciones.

TIENE razón el candidato del PSOE a la Alcaldía de Cádiz, Óscar Torres, cuando afirma que las próximas elecciones municipales son las más inciertas de los últimos 28 años. Desde que volvió la democracia a los ayuntamientos, en Cádiz se han registrado dos cambios de ciclo. En 1995, se puso fin al ciclo del PSOE, después de que Carlos Díaz dejó de ser candidato, y comenzó el del PP con Teófila Martínez. Veinte años después, en 2015, el desgaste pasó factura a la alcaldesa, que no pudo revalidar sus mayorías absolutas; y así entró José María González, más conocido como Kichi, con el apoyo de todas las fuerzas de las izquierdas (incluido el PSOE, cuyos votos han sido decisivos). Al no presentarse Kichi, se abre un escenario incierto, huele a cambio de ciclo. Pero huele mal, porque los candidatos que se conocen son de perfiles bajos en sus partidos. Y eso no provoca entusiasmo, sino perplejidad.