CADA uno puede celebrar lo que quiera, pero las fiestas de los Tosantos y los Fieles Difuntos se han desvirtuado. Ahora todo es como un Carnaval en noviembre. El Halloween, aunque se haya generalizado, es una costumbre espantosa, que no tiene nada que ver con nuestras celebraciones. Y lo que ha propuesto como alternativa el Obispado, con el Holywins, es una cursilería, con los niñitos y las niñitas disfrazados de santitos y santitas, y de angelitos y angelitas. ¿Dónde se quedó la liturgia? Eso es como anticipar los belenes vivientes de Navidad.

HE comentado en otras ocasiones que uno de los políticos gaditanos sensatos es José Luis Blanco. Aunque ustedes no se lo crean, existen algunos, no demasiados, pero los hay. La especie no se ha extinguido oficialmente. Desde que él está al frente de la Autoridad Portuaria esta institución ha dejado de ser lo que era. En un pasado, aún reciente, no era siempre que no, y permanecían atrincherados tras la Verja. Blanco ha sobrevivido a mil batallas de su partido, el PSOE (de por sí luchador, y más aún en Cádiz), y a estas alturas ya puede permitirse decir lo que piensa, como se vio ayer en el desayuno informativo que organizó el Grupo Joly, con el patrocinio del Banco de Santander, en el Palacio de Congresos de Cádiz.

JUNTO a la burrocracia, de la que escribí ayer, el otro gran problema de nuestras administraciones públicas es la Inoperancia. Sobre todo en el Ayuntamiento de Cádiz, donde ya alcanza niveles espeluznantes. Inoperancia tiene nombre de señora del medio rural: “Aquí Inoperancia González, encantada de conocerle”. Antiguamente se decía también “para servir a Dios y a usted”, pero ya no se estila, pues resulta poco laico y nada guay. Pero la Inoperancia gaditana no es una señora, sino que se ha extendido por el Ayuntamiento, entra y sale de los despachos con normalidad, y es como una enfermedad que va a más y a peor. El virus de la Inoperancia, que el doctor Kichi no consigue atajar. Incluso él mismo se contagió.

POR razones que no han sido suficientemente explicadas, en Cádiz la burocracia de las administraciones públicas ha derivado a una burrocracia. Porque casi todo se ralentiza hasta unos niveles bestiales y se convierte en una burrada. Por si no tuviéramos suficientes problemas con el paro y todo lo que ya sabemos, este se ha convertido en uno de los principales. La burrocracia de nuestras instituciones, sobre todo el Ayuntamiento y la Junta, frenan y paralizan a Cádiz: obstaculizan los proyectos, disuaden a los inversores y provocan situaciones tragicómicas.

SIN una dotación económica adecuada, es imposible organizar espectáculos de alto nivel. A partir de ahí, se debe decir que el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz ha entrado en la senda de la decadencia cultural que sufre la ciudad. Agravada desde que están Podemos y Ganemos en el poder, ya que no asumen la cultura como una prioridad, y han recortado todo lo que han podido y un poco más. En el caso del FIT, los datos están ahí: tienen un presupuesto de 430.000 euros, que son 90.000 euros menos que el año pasado. Es el presupuesto más bajo de toda la historia del festival, casi igual que cuando el  Ayuntamiento de Carlos Díaz lo fundó en 1986. Entonces se pagaba en pesetas.