l En la capilla del Rosario duerme su sueño de eternidad el niño que talló a la Virgen de Guadalupe l En este Lunes Santo, de tristezas y dolores, Ella no sale y se queda junto a él

DESDE que salió por vez primera, en 1969, la Virgen de Guadalupe ha reinado todos los Lunes Santos en su paso de palio. Primero en San Bartolomé, cuando recorría las sinuosas calles de la Judería para acercarse a la Catedral. Después desde la capilla del Rosario, en la calle Dos de Mayo, en la que entró el Lunes Santo de 1977. Empezaba otra etapa, en la que salía a las calles del Arenal para sentir de cerca la brisa del río, para dejarse llevar por la corriente que la acompaña y que culmina de noche, al regresar por el Arco del Postigo, y cuando le cantan las últimas saetas y es mecida antes de entrar en su capilla.

Será un Lunes Santo diferente en el Arenal. Y no sólo porque la Virgen de Guadalupe, como el Cristo de las Aguas y la Virgen del Mayor Dolor, no estarán en sus pasos. Será el primer Lunes Santo en que faltará el niño imaginero que sacó de un sueño a la Virgen-Niña. Todas las mañanas de Lunes Santo, a la llamada de Guadalupe, acudía Luis Álvarez Duarte. Para verla de cerca, una vez más, para admirar y rezar a esa Virgen que era tan especial y querida para él.

Hoy empieza una Semana Santa sin pasos, la más triste y extraña que hemos conocido l El tiempo nos clava el puñal del coronavirus y nos deja una herida abierta en la memoria

HOY es Domingo de Ramos, pero no lo parece. No veremos al primer nazareno que irrumpe como un fantasma entre el sol tibio de la mañana. No veremos a los niños de blanco que llegan bulliciosos a la plaza del Salvador, ni oiremos el crujir de la rampa cuando baje el paso de la Borriquita. No veremos la blancura inmaculada de la Paz cobijada bajo la arboleda perdida del Parque. No veremos la ojiva de San Julián enmarcando el azul celestial del palio de la Hiniesta. No veremos el arranque valiente de Jesús Despojado en la plaza de Molviedro. No veremos a la Virgen del Subterráneo intercalando suspiros entre el azahar de la calle Doña María Coronel cuando sigue la estela estremecida del Cristo de la Humildad y Paciencia. No veremos la Gracia y Esperanza de la Virgen según Sevilla, con la cera a compás por Caballerizas. No veremos a la Virgen de la Estrella en su esperada salida de San Jacinto, desde donde los trianeros la iban a seguir hasta perderla de vista en el puente abarrotado. No veremos el Amor, con lo que eso significa. Y no veremos la Amargura, sino que la sentiremos en lo más profundo del corazón.

SEGUIMOS en la Cuaresma más rara y triste de los últimos años. Hoy, 29 de marzo del año del Señor de 2020, debía celebrarse el Pregón de la Semana Santa, a cargo de Julio Cuesta, en el Teatro de la Maestranza. En las vísperas, el Consejo de Hermandades y Cofradías hizo público un comunicado, en el que ratifica el nombramiento para la Semana Santa de 2021. También el aplazamiento del Pregón de las Glorias, a cargo de Rosa García Perea, para una fecha indeterminada, igual que el traslado de la Virgen de Montemayor. Se supone que esa fecha será en otoño de 2020, y que no se aplazará hasta el año que viene si Dios quiere.

EN estos momentos, con tantas muertes causadas por el coronavirus, plantearse unas procesiones de Semana Santa en septiembre sería una frivolidad. La Congregación para el Culto Divino ofrece unas pautas que permitiría la salida de pasos en fechas como el 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz, y el 15 de septiembre, festividad de los Dolores Gloriosos de María. Algunas hermandades sevillanas organizan cultos internos en septiembre. El Silencio incluso celebra su fiesta principal de instituto en septiembre, ya que la Santa Cruz es titular de la hermandad.

La suspensión de la Semana Santa de Sevilla estaba cantada, como si fuera un Miserere de Eslava. Así que ya sólo faltaba el momento de anunciarlo. Se volvieron a reunir el alcalde, Juan Espadas; el arzobispo, Juan José Asenjo; y el presidente del Consejo, Francisco Vélez. Por cierto que el alcalde Espadas había dicho que él no tiene competencias para suspenderla y que lo tendrían que convencer. En la Junta, afirmó Juan Marín que tampoco tiene competencias. Y en el Gobierno, bastante canta Pedro Sánchez con lo suyo. Así que le tocó a Espadas. Ya no era un marrón, sino que había cristiana resignación. No se esperaba otra cosa.