La suspensión de la Semana Santa de Sevilla estaba cantada, como si fuera un Miserere de Eslava. Así que ya sólo faltaba el momento de anunciarlo. Se volvieron a reunir el alcalde, Juan Espadas; el arzobispo, Juan José Asenjo; y el presidente del Consejo, Francisco Vélez. Por cierto que el alcalde Espadas había dicho que él no tiene competencias para suspenderla y que lo tendrían que convencer. En la Junta, afirmó Juan Marín que tampoco tiene competencias. Y en el Gobierno, bastante canta Pedro Sánchez con lo suyo. Así que le tocó a Espadas. Ya no era un marrón, sino que había cristiana resignación. No se esperaba otra cosa.
EN la Semana Santa convive lo fundamental con lo accesorio. Lo fundamental es, por ejemplo, que no se la carguen con los miedos del coronavirus. Lo accesorio son los detalles relacionados con las cofradías en las calles. En lo fundamental, todos los cofrades están de acuerdo: si suspendieran la Semana Santa sería un precedente nefasto, yo diría que intolerable. En lo accesorio, hay división de opiniones. Es lo que ocurre con los cambios de horarios e itinerarios de este año, que han pasado a ser irrelevantes, comparados con lo otro. La Junta del Consejo, que preside Francisco Vélez, se ha encontrado con una Cuaresma relativamente tranquila. El Gran Marrón está en manos de las autoridades.
EL calendario de la Cuaresma nos acerca al primer lunes, que es el día del Vía Crucis de las Hermandades. Este año lo preside el Señor de los Gitanos, una imagen con arraigada devoción, que por sí misma es un incentivo para que aumente la participación en la Catedral. Probablemente, también para llenar las calles, aunque esto debe ser secundario, ya que se organiza un acto penitencial participativo, que nunca debemos confundir con un paseo callejero en andas. Por muy devota que sea la imagen: o por muy preciosa que sea la túnica bordada en el taller de Caro que estrenó en 2019, y que recuerda a la que fue destruida en el asalto de la Guerra Civil, cuando también quemaron las imágenes titulares.
Es el último imaginero de la escuela clásica, el superviviente, el gran heredero de los maestros / Su recuerdo siempre quedará vivo a los pies de Guadalupe, la Virgen que le cambió la vida
ERA un niño que hacía figuritas de barro; y todavía era un chaval cuando sacó de un sueño a la Virgen de Guadalupe. Desde que nació hasta que murió Luis Álvarez Duarte fue imaginero. También escultor, e incluso pintor. Un extraordinario artista. Pero, a lo largo de toda su vida, durante más de 60 años de actividad, fue asimismo el amigo de la Virgen.
l La amplia participación destacó en una brillante y soleada mañana de la Virgen l Crece el número de peregrinos, algunos ataviados como si vinieran de la Nocturna del Guadalquivir
LA mañana de la Virgen de los Reyes se agranda en el tiempo y el espacio. Miles de devotos acuden al entorno de la Catedral para ver la procesión. Este año se percibía una mayor participación. Las vallas dividen el recorrido en dos mitades separadas. La interior es la de las gradas de la Catedral, donde se suelen reunir cofrades que se encuentran allí todos los años. La exterior es la de las bullas, que comienzan en la plaza de la Virgen de los Reyes, sigue por Alemanes y sus confluencias, se desborda por la Avenida, especialmente en la Punta del Diamante, y convierte en graderíos las escalinatas del Archivo de Indias y la plaza del Triunfo. Es la zona menos madrugadora y la más multitudinaria.