EL Cádiz sólo empató ante el Deportivo de La Coruña por su inutilidad en el remate. No creó demasiadas ocasiones, aunque sí tres claras en remates por alto. La superioridad en el juego aéreo fue el único argumento de los amarillos para crear peligro, pero no lo supieron aprovechar. El Deportivo se dedicó esta vez a cuidar más su defensa, y hasta cedieron el balón al Cádiz, que tuvo una posesión del 62%. Ya se sabe que al equipo de Cervera el dominio no le sirve para nada. Al revés. La nota negativa del partido es que seguimos sin un delantero centro capaz de decidir. Y eso, como la temporada pasada, lo acusa el equipo cuando debe atacar.

EL Cádiz no tiene plantilla para disputar a tope dos partidos de competición a la semana. Esa sería la peor conclusión tras lo visto en Alcorcón. La mejor es que el 3-0, aunque es duro y escuece, llegó en circunstancias raras y muy adversas. Con un momento clave en el partido, que fue el gilipenalti cometido por Garrido. Debería servirles de escarmiento, para no romper partidos de un modo tan tonto, y además al filo del descanso. A lo que se sumó el arbitraje de Sagués, que fue de los que se le ve el plumero al señor colegiado en las jugadas dudosas, así como en el manejo de las tarjetas. No es el primero que padece el Cádiz en esta temporada. La conclusión es que las expectativas de estar en lo alto no se han perdido, pero se ven ahora con más realismo.

FUE un bonito homenaje a Manolo Santander. Ya he recordado que ‘Me han dicho que el amarillo’, el verdadero himno del Cádiz, tiene sus orígenes en años de ruina. Tan diferente de la actual trayectoria del equipo, que es líder, con 15 puntos en cinco partidos. Puede que sea un espejismo, aunque no del todo. El Cádiz ayer marcó dos goles en las dos ocasiones que tuvo. Pero el Girona no creó ninguna, excepto la de un gol anulado a Stuani por claro fuera de juego. La victoria se fraguó aplicando a rajatabla el mejor manual del cerverismo. Sin vistosidad, aunque con mucha casta y una entrega al límite. Enfrente estaba la mejor plantilla de la Liga Smartbank.

FUE un partido de locos. Y no por culpa del VAR, que determinó tres jugadas decisivas, sino por la nefasta interpretación del árbitro Iglesias Villanueva y los que le insistieron para que anulara el 0-2 del Cádiz. Un gol que nadie había protestado, marcado por Álex, en el que Choco Lozano no influyó para nada, ni le hizo falta al hijo de Zidane. Un gol que era el 0-2 y dejaba el partido prácticamente visto para sentencia, pues faltaba poco más de media hora y el Racing apenas creaba peligro. Al anular ese gol (cuando previamente lo había concedido y se revisó durante tres minutos, hasta dar una excusa absurda) se entró en otro partido. Los dos penaltis pitados también fueron analizados en el VAR y decidieron el resultado.

UN gol en un saque de esquina embarullado dio el triunfo al Cádiz en el minuto 93. Garrido empujó el balón a la red, después de que Fali saltara y estorbara al portero Casto. De los 15 saques de esquina que lanzó el Cádiz fue el único que remataron. Debieron ganar sin tanto suspense. El Extremadura sólo creó peligro en su gol, que llegó en un despiste lamentable de la defensa. Pero el Cádiz, que sigue líder, sólo generó ocasiones en cuatro jugadas aisladas. Siguen jugando a pelotazos, rifando el balón, incluso por vicio. Así es más difícil imponerse.