LA cantera ha obtenido un gran éxito con el ascenso del Cádiz B. A eso se añade que Manu Vallejo subió al primer equipo, fichó por el Valencia y ha sido campeón del Europeo sub 21, aunque él sólo disputó tres minutos. Para el próximo año se han abierto nuevas expectativas con el filial en la Segunda B. El salto de categoría será mínimo y eso permitiría ajustar mejor los costes y la calidad de los fichajes. Tener al filial en Segunda B es motivo de orgullo para la afición cadista, que en las últimas 10 temporadas vio a su primer equipo durante siete años en esa división.

LOS clubes de fútbol funcionan como sociedades anónimas deportivas. Es un detalle importante que con frecuencia se olvida. Parece que sólo interesa la clasificación, pero la gestión es el fundamento de todo. Véase el caso del Reus. En ese sentido, la gestión del Cádiz es  bastante buena, sobre si todo la comparamos con un pasado todavía reciente. Los años de Sinergy, los administradores concursales, el club al borde de la extinción… Con excepciones como Antonio Muñoz en su mejor momento, Federico González y Paco Puig, no abundan casos de gaditanos que arriesgasen su patrimonio cuando se temía lo peor. El Cádiz ha podido ascender a Primera en las tres últimas temporadas, pero se encuentra donde le corresponde: en Segunda. Y con un filial que ha ascendido ¡a Segunda B!

AL valorar la temporada 2018-2019 queda una sensación triste. Es lo que sucede cuando no hay un final feliz. El Cádiz, en los tres últimos años, comenzó en busca de la salvación. El Cádiz, en los tres últimos años, terminó con la sensación de que pudo ascender a Primera División y no lo consiguió. En 2017, cuando era un recién llegado de la Segunda B, y cuando terminó la temporada como quinto clasificado, la sensación era positiva, porque superaron lo esperado y  pelearon por subir hasta la penúltima oportunidad. Pero la sensación de las dos últimas temporadas no es igual. En 2018, el Cádiz estaba virtualmente clasificado, y lo perdió por un gol en el minuto 92 del Cádiz-Tenerife en Carranza, y por el mal partido en Granada de la última jornada. Este año ha sido todavía peor.

ALGUNOS cadistas, al valorar a Álvaro Cervera como entrenador, lo ponen a un nivel como si fuera Pep Guardiola o Jürgen Klopp. No es para tanto, ni tampoco es un zoquete. Es un entrenador de buen nivel para la Segunda División, donde los hay mejores y peores. Es un entrenador que todavía no ha ascendido a ningún equipo a Primera, ni lo ha clasificado con más de 70 puntos. Al Cádiz lo ascendió en 2016 desde Segunda B, de forma meritoria. Y después, en la categoría de plata, lo clasificó en 2017 para las eliminatorias de ascenso (cayó a la primera); y se ha quedado fuera las dos últimas temporadas, tras penosos finales, en los que desperdició su ventaja.

ERA casi imposible que el Cádiz consiguiera el milagro de disputar las eliminatorias de ascenso. Esa oportunidad se tiró a la basura el pasado martes en Carranza, con la derrota ante el Extremadura. Sin embargo, en Gijón, el Cádiz volvió a mostrar su impotencia, el bajón psíquico con el que ha llegado a los dos últimos partidos. Es triste, porque en Granada hizo lo más difícil. Ha ocurrido lo mismo dos temporadas seguidas. No ha sido por casualidad. Es un fracaso, sí, porque la permanencia ya estaba casi asegurada en enero, cuando el Cádiz fichó a Machís para buscar el ascenso. No se debe engañar a la afición.