ME ha gustado mucho esa foto de nuestro alcalde Kichi, el de Podemos, abrazando a Jesús Maeztu, el Defensor del Pueblo Andaluz. Con esa foto, y con la de la penitencia del Nazareno del año pasado, se nota que él no es tan rencoroso como Pablo Iglesias, ese hombre que tan poco honor hace a su apellido. Jesús Maeztu, en los años de la Transición, fue párroco en el Cerro del Moro, donde desarrolló una gran labor. Muchas personas no lo saben, o lo han olvidado (y a los jóvenes se lo cuentan manipulado), pero en los años de la Transición, la izquierda gaditana se nutrió, en una parte, del clero y de los seminaristas.

EN este país tenemos democracia y libertad, por lo que cada cual puede hacer lo que quiera dentro de un orden. También mostrar en público sus simpatías o sus antipatías. Sin embargo, nuestros actos son nuestra responsabilidad y pueden tener consecuencias. Fue Alfonso Guerra, un ilustre socialista, de amplísimo pedigrí, quien recordó que aquel que se mueva no sale en la foto. Y eso también se sabe en el PSOE (como en los demás partidos) desde hace tiempo. Así que al salir en la foto Fran González, con el puño en alto, al lado de Pedro Sánchez, eso también puede tener consecuencias. Tantas que ese puño le puede hacer la puñeta. O no, depende.

LA despedida del Juan Sebastián de Elcano, que inició ayer en Cádiz su  crucero de instrucción, es uno de los últimos testimonios que sobrevive del Cádiz militar, que también se está perdiendo. Esta ha sido una ciudad militar en los últimos siglos. Especialmente desde final del XVI, cuando el ataque del conde de Essex con los ingleses en 1596 demostró que era vulnerable. Después, en los tiempos de su esplendor comercial, fue el puerto más importante de España porque estaba bien defendido. Sin una protección adecuada, tampoco hubiera sobrevivido la ciudad al asedio de los franceses, a principios del siglo XIX; ni se hubieran trasladado aquí las Cortes, ni se hubiera aprobado la Constitución de 1812, ni nada de eso. Por resumir: Cádiz prosperó, gracias a que era una ciudad militar, resguardada por murallas, baluartes y castillos, con cañones orientados hacia donde hiciera falta.

CADA partido tiene sus costumbres. Las respeto profundamente, pues allá ellos. En el PSOE siempre han existido familias, desde los históricos y los renovados que empezaron en Suresnes, o después con los felipistas y los guerristas. En Cádiz aún se conocen más familias. Algunas contaron con apellidos que procedían del franquismo, pero que les salieron los niños puño en alto; y otros que se apuntaron a ver de qué familia me hago, según las orientaciones del levante y el poniente. Todos no tenían familiares en Alcalá o en Chiclana, aunque no era raro. Así se ha llegado a lo de ahora, que es lo mismo de antes, pero con otras adhesiones. El PSOE de Cádiz City, además, es más intenso que en el resto de España. Pues aunque en casi todas partes han gobernado los ayuntamientos, antes o después, aquí no ganan unas municipales desde hace 26 años. Un cuarto de siglo. Eso también se nota.

LO digo al principio: en este artículo voy a defender a Podemos, más concretamente a David Navarro, el concejal de Economía y Deudas Injustas. La oposición municipal de Cádiz se está equivocando. Con tal de que no se apruebe el presupuesto de 2017, con tal de que no ingresen los nueve millones de euros de la venta del hotel del Estadio (para cuadrar las cuentas del gran capitán Kichi), se van a cargar un proyecto que es muy importante para Cádiz. El Gran Hotel del Estadio no es como un albergue para acoger a sin techos, ni se debe confundir con la plaza de las Tortugas. Sería un hotel así como de cuatro estrellas, ¿lo entienden?, al que se le ha quitado todo el atractivo que podría tener.