LA vida política es azarosa. En el ámbito local más todavía. Por eso, se puede jugar a la ruleta rusa, con la intuición de que te podrían matar (políticamente hablando) de todos modos, antes o después. Se sabe que los políticos de raza son como los gatos y tienen siete vidas. En las elecciones primarias del PSOE, con el duelo entre Pedro Sánchez y Susana Díaz, todos estaban posicionados. El resultado final tenía su morbo. A ver quién cantaba el alirón en la plaza de España y en San Juan de Dios. Seamos serios: no es lo mismo si manda un buen amigo que un enemigo.

UNA lectora amiga, que me lee con buenos ojos, estaba muy contenta con mi artículo sobre las ferias gaditanas. Me dijo: “Tienes toda la razón. En Cádiz hay fobia a las casetas. Y si una mujer se viste de flamenca la miran como si fuera un bicho raro; o como si fuera Esperanza Aguirre infiltrada en una asamblea de Podemos”. Yo le dije que me había quedado corto, pues en Cádiz no sólo hay alergia a las casetas de Feria, sino a las casetas en general. En Cádiz no tienen casetas ni los perros, que son los reyes de las casas, y sacan a pasear a sus dueños. Mi amiga me dijo que ella tiene una perra, que vive en su casa como una marquesa. Y que sólo entra en una caseta cuando la lleva a su chalé ilegal de Chiclana. ¿Lo ves?

AL alcalde de Cádiz, José María González, se la ha notado su faceta de profesor. Esos 15 millones de euros, que le han otorgado merecidamente, con el beneplácito del pérfido Ministerio de Hacienda de Montoro, se han presentado en clave de por fin hemos aprobado la asignatura. Y, además, con buena nota. El corte estaba en 72 puntos y Cádiz ha conseguido 76,5 puntos. Esto parece como si Cádiz hubiera aprobado la selectividad en la EDUSI, que suena como la UNED, a distancia europea. Aunque el verdadero corte se lo han dado a Chiclana, que se ha quedado otra vez fuera, a diferencia de Puerto Real y Rota. Una lástima para José María Román, que ha vuelto a suspender, después de la alegría que le dio Pedro Sánchez. También ha suspendido Irene García con la Diputación, a la que le dijeron que se presentara, a ver, y ya ves.

EN Cádiz se protesta porque no hay Ciudad de la Justicia y se guasearon con las obras nunca vistas del nuevo Hospital. Pero no hay quejas, ni vemos mareas multicolores, por otro rollo de imposible cumplimiento: la ampliación del Museo de Cádiz, con la recuperación de la Academia de Bellas Artes y el edificio de la antigua escuela del callejón del Tinte. ¿Y saben por qué? Por la Ciudad de la Justicia protestan los abogados, los procuradores, los graduados sociales. Por el nuevo hospital (y por el viejo) protestan los médicos, los enfermeros, los celadores, la marea blanca. Y por la ampliación del Museo se protesta en voz baja. Muy baja, porque el culturismo local está en horas bajas y no se le oye.

TODOS los años se monta algún escándalo en esta provincia porque se ha perdido una bandera azul. El año pasado se perdieron las de El Puerto de Santa María, que por fin han recuperado. Así que la bronca se ha trasladado a Chiclana, el buque insignia del turismo veraniego y del sanchismo socialista, donde se mantiene la enseña azul de La Barrosa y se pierde la de Sancti Petri. Por un problema con las depuradoras, el fósforo y el nitrógeno, según explicó el concejal de Medio Ambiente y Playas, Joaquín Páez, al que le ha tocado ese marrón. Porque este verano habrá que explicar a la gente por qué se cumple el nivel de depuración del fósforo, pero no del nitrógeno, y otros problemas químicos de los mares.