PARA los ciudadanos y las ciudadanas de la ciudadanía, en general, lo más importante debería ser que los servicios funcionen lo mejor posible y al menor coste. Esto es, que sean buenos, bonitos y baratos. Conseguir las tres B, en la ciudad de las tres C. Si eso se logra gracias a la municipalización, yo me apunto a que se municipalice todo lo municipalizable. Si eso se consigue con una privatización, yo me apunto a que se privatice todo lo privatizable. Si eso se consigue a medias, pues vamos a ver. Y si unos dicen que municipalizando se ahorran 300.000 euros; y otros replican que municipalizando se gastarán 120.000 euros más, parece que los concejales no saben sumar, ni restar.

UNA de las principales aportaciones del equipo municipal de Podemos puede ser la recuperación de las Fiestas Típicas Gaditanas. En eso consiste una celebración carnavalesca con fecha fija. Antes en mayo y ahora coincidiendo con el 28 de febrero. El objetivo es el mismo: desligarlo de sus fechas tradicionales, que son los días previos a la Cuaresma.

Al Carnaval lo llamaron Fiestas Típicas Gaditanas desde que fue permitido por el gobernador civil Carlos María Rodríguez de Valcárcel en la posguerra. Se suele decir que lo permitió por dos motivos: uno, porque así se le daba alegría a la gente, después de la trágica explosión de 1947; y otro porque había algunos coristas que eran más falangistas que él. Aquellas Fiestas Típicas Gaditanas se celebraban en febrero. Hasta que en 1967, todavía con José León de Carranza en la Alcaldía y con Vicente del Moral como concejal de Fiestas, tuvieron a bien trasladarlo a mayo. Una fecha fija.

ERA la crónica de una muerte anunciada por él mismo, que no le tenía miedo porque creía en la vida eterna. En los últimos años, fray José Luis Salido sufrió, y no sólo físicamente por el cáncer que supo afrontar con una entereza admirable, sino también por algunas situaciones que resultaron dolorosas y tristes para él. Como ir a Jerez (él que era jerezano y sin embargo gaditano) casi todos los días, olvidándose de sus achaques de salud, para atender la iglesia de San Francisco de la ciudad del vino desde Cádiz. Le dolió que sus hermanos franciscanos se ausentaran de Jerez, la fundación más antigua de esa orden en Andalucía; e intentó minimizarlo a base de su entrega abnegada.

ES muy curiosa la polémica que se ha montado en Cádiz a cuenta del nuevo hotel de Renfe. Ya se ha organizado una mesa redonda en la Asociación de Vecinos Casco Antiguo, donde todos los que intervinieron se mostraron en contra del nuevo hotel. Conozco a los que participaron y son personas cargadas de buenas intenciones. Pero me parece que el más sensato fue concejal de Urbanismo, Martín Vila, que no se pronunció porque todavía no conoce el proyecto. De ahí que le pareciera prudente esperar a que lo presenten. Si es que lo presentan, esto lo añado yo.

LA buena gente es desagradecida. Lo mismo encumbra que olvida. Lo mismo pelotea con falserío que critica sin piedad. Y, además, están despotricando contra un pasado en el que tuvieron tanto que ver. Fíjense lo que ha sucedido con aquellas pantallas LED. Primero amenizaban nuestras esperas en los semáforos o en las paradas de autobús. Después parecían las culpables de todos los males de Cádiz. Se convirtieron en un símbolo para los enemigos de la señora Martínez. ¿Qué culpa tenían las pobres pantallas?  Se pasaron un poco con el puente, vale. Pero también se anunció el carril bici, y todavía no lo hemos visto. Ahora sobreviven algunas, de mala manera. Sin embargo, Cádiz está peor. O eso me dice todo el mundo.