LA Medalla de Andalucía de Abel Moreno tiene mucho mérito. La Junta es reticente a conceder esas distinciones a hermandades y a todo lo relacionado con la Semana Santa. Quizá temen un aluvión de peticiones y los agravios comparativos catetos. De ese modo se han cometido (ahora y antes) algunas injusticias, como no haberla otorgado a Luis Álvarez Duarte, ni en vida, ni a título póstumo cuando falleció en 2019, a pesar de que tiene imágenes de valía y gran devoción en las ocho capitales y las ocho provincias andaluzas. Por el contrario, en otras actividades, incluso folklóricas, se emplea una mayor generosidad para el medallero.
TODOS los congresos tienen una inauguración de cierto relieve. Resulta un poco raro que el Congreso Regional del PSOE-A sea inaugurado el sábado en Armilla (Granada) por José Luis Rodríguez Zapatero, que no es andaluz, ni ha tenido especial predilección entre los socialistas andaluces. Pero bueno, no pasa nada. Ya se sabe lo único que va a pasar: que María Jesús Montero será elegida nueva líder andaluza del PSOE, tras la defenestración de Juan Espadas. Más que del pasado, ahora se trata de ver la influencia que tendrá para Andalucía y para la candidata en el futuro. Y el futuro es impredecible por las cambiantes circunstancias nacionales y extranjeras.
LOS tiempos cambian una barbaridad. Desde que está de vuelta Donald Trump en EEUU, ya no sabemos quiénes son los amigos y los enemigos. Y eso no tiene sólo consecuencias para los yanquis, también para Sevilla, Andalucía, España y la humanidad. La gente que no entiende bien estas cosas pregunta si también les van a poner aranceles a los vuelos con Nueva York que perdimos en Sevilla y encontraron en Málaga, o a los hipotéticos con Miami. Teniendo en cuenta que a los norteamericanos viajeros les cobran el IVA y en algunos sitios la tasa turística. No se sabe cómo lo hacen, pero siempre pagan los mismos, que somos todos, y cobran los mismos, que son ellos. O sea, los que gobiernan.
SUMAR para después restar. Es lo que ha decidido el Gobierno con la subida del salario mínimo. Yolanda Díaz estaba muy contenta, porque lo habían subido a 1.184 euros en 14 pagas. Y suponía que esa medida (beneficiosa para muchos jóvenes y personas en situación precaria, por no decir lamentable) ayudaría a que Sumar levante el vuelo en las encuestas. Y, de repente, María Jesús. La vicepresidenta socialista y titular de Hacienda dejó claro que los beneficiarios tributarán al Fisco por esa subida y no seguirán exentos como hasta ahora. Ayer intentaron rebajar la polémica. María Jesús Montero envió parte facultativo y se borró del debate del Congreso.
SEVILLA, ciudad apegada a las costumbres y las tradiciones, mantiene una perpetua polémica acerca de lo extraordinario. Se suele centrar en las procesiones conmemorativas, que salen en fechas ajenas al calendario festivo que las justifica, pero encubre un sentimiento más amplio. Para empezar, hay que definir lo extraordinario. Lo más perogrullesco es calificarlo como aquello que trasciende lo ordinario; es decir, que no se ajusta a lo habitual. Sevilla vive anclada al calendario: la Cuaresma, que aquí parece empezar el 7 de enero y confirmarse el Miércoles de Ceniza; la Semana Santa, de fechas móviles, pero en marzo o abril; la Feria, de fechas móviles, pero en abril o mayo; el Corpus, de fechas móviles, pero en mayo o junio; el verano, que según pasa la Velá de Santa Ana abre el éxodo a las playas; el otoño, que es como una transición (para muchos la estación más bonita del año en la ciudad) y diciembre, que marca el camino del Adviento, con los gozos de la Inmaculada, hacia la Navidad. Y vuelta a empezar.