ES apasionante esta polémica que se ha montado entre el PP y el PSOE para ver cuáles son las calles más sucias del casco antiguo. Empezó Amidea Navarro, hablando de que hay más de 100 calles de la zona histórica “con suciedad incrustada”. Es decir, calles que son como de pata negra de suciedad. Esta apreciación indignó al delegado del distrito, Juan Carlos Cabrera. Y también a Lipasam, que respondió con la nómina de baldeos y barridos. Aquí no hay término medio. Aquí hemos pasado de los directivos del Sevilla y el Betis (y Joaquín Sainz de la Maza cuando era presidente del Consejo) apoyando para la campaña de la ciudad más limpia de Europa a dar el cante de la ciudad más sucia del mundo.

UN año después del atentado islamista en Barcelona se ha confirmado la bochornosa politización de aquel ataque terrorista. Pero no sólo influyó en el proceso independentista catalán, que ya estaba subido de tono con Puigdemont. Por el miedo a que se repitiera en otras ciudades, el ataque del 17 de agosto de 2017 condicionó más que el del 11 de marzo de 2004. A pesar de que originó menos víctimas (aunque una sola ya sería demasiado), en Sevilla también ha influido más. Desde el verano pasado aumentaron las medidas de seguridad, visibilizadas con la proliferación de maceteros y de bolardos o marmolillos. Aquel atentado y los incidentes de la madrugada del Viernes Santo de 2017 (sin relación entre sí, por supuesto) cambiaron los criterios. Así se convirtió el Cecop en el Gran Hermano de Sevilla.

UNA de las leyendas urbanas más extendidas es que los sevillanos son muy dados a conspirar en agosto. De modo que asuntos relacionados con la política, con la economía, con las instituciones, con las hermandades de la ciudad se podrían estar decidiendo estos días bajo una sombrilla de Chipiona, en un bar de Mazagón, en un hotel de Isla Canela, en un chiringuito de Fuengirola, o cualquiera sabe dónde, incluso en una peregrinación del camino de Santiago, o en un viaje al valle pasiego por unos días. Otros dicen que en Sevilla también hay conspiraciones en esas tardes largas y solitarias de tiendas cerradas, pero casi nadie los cree. Los días más conspirativos están en torno al 15 de agosto, por delante y por detrás. Días con tiempo para pensar. Puede que pensar sea lo peor.

TODA obra pública sevillana que afecte a un Ministerio o a una Consejería tiene sus críticos, su pero y su aquel. Si no se hace, porque no se hace. Si se hace, porque se hace. Todo lo que se hace es susceptible de no hacerse, o bien se pudo hacer algo diferente. Y así como cada español tiene un Luis Enrique en potencia para seleccionar a su manera, cada asociación sevillana es como un Ministerio de Fomento en potencia, que diseña proyectos según su gusto, y se opone a los que diseñan los demás. Se volvió a ver con las obras que anunció el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, para ampliar el puente del Centenario.

ENTRE las tradiciones que engrandecen la mañana de la Virgen de Agosto siempre me han llamado la atención los peregrinos del Aljarafe. Costumbre que decayó hasta casi desaparecer, y que se intenta revitalizar a sabiendas de que nada tiene que ver con los tiempos. Llegar a pie desde las poblaciones (o barrios) de Sevilla hasta la Catedral, para ver la salida de la Virgen de los Reyes, a las ocho de la mañana, en la Puerta de los Palos, es un ejemplo más del sentido religioso de la peregrinación. La tradición mariana de peregrinar en primavera al Rocío y en verano a la Catedral... Son dos formas (¿o una sola?) de entender la devoción a la Virgen.