HEMOS leído en la prensa (o sea, en el Diario) que este verano no van a funcionar los lavapiés ni las duchas en las playas de Cádiz, según ha confirmado…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
SE suele recordar que la Feria de Sevilla fue ideada por un catalán, Narciso Bonaplata, y un vasco, José María Ybarra. Por supuesto, no eran un catalán y un vasco independentistas, ni la Feria ganadera de 1847, con sus 19 casetas en el Prado, era como la de 2024. Sin…
FALTAN siete días para las elecciones en el País Vasco. Los de EH Bildu sueñan con ganar. Sería su primera vez. ¿Pasearán en gabarra? El mejor padrino para botarla sería Pedro Sánchez, que tanto les ha ayudado, hasta el punto de que ya pocos se acuerdan de que son los…
EN España tenemos un problema gravísimo para salir de la crisis del coronavirus. El Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es incapaz y la oposición sólo intenta aprovecharse. Pactar o no pactar es indiferente. No se trata de pactar, sino de acertar. Pueden pactar y equivocarse juntos. España es uno de los países donde peor se ha gestionado esta crisis. Y no porque sean socialistas y podemitas, sino porque no tienen nivel para gobernar, ni buenos asesores que los respalden. No es un problema de ideología, sino de capacidad. Los cinco líderes de la nueva política sólo piensan en los votos. Ahora, con la ayuda de sus gurús, Sánchez intenta construir un falso relato: el Gobierno lo está haciendo bien. Recuerdan que es una pandemia global y que afecta a todos.
AL llegar la Madrugada del Viernes Santo se escuchó el ruido de un helicóptero en el cielo de Sevilla. A esa hora se debían abrir las puertas en la basílica de la Macarena. A esa hora, se abrían las puertas virtuales en Youtube para el fervorín del Silencio. El hermano mayor, Eduardo del Rey, y el director espiritual, el padre Adrián Ríos, hablaron a la audiencia y después se leyó la Pasión según San Juan. En el atrio no había nadie; o sí, porque estarían espiritualmente todos los nazarenos que han sido y son.
l Al llegar el final de una Semana Santa tan distinta y tan difícil nos acordamos de la Soledad l La Virgen no saldrá a las calles, que se quedarán tan vacías como la Cruz
NO hay Semana Santa en las calles de Sevilla. Aunque hemos celebrado estaciones virtuales, aunque hemos recordado las procesiones de otros años, aunque hemos buscado el consuelo de los recuerdos. La Pasión se queda en el interior de los templos, donde Cristo morirá para resucitar. Termina la Semana Santa y empezará el tiempo florido de la Pascua, como la llama que se enciende en los cirios. ¿Y en las calles? Sólo nos ha quedado la soledad.
La cruz estaba vacía. Colgaba un sudario como testimonio de una ausencia. Horas después, el viento lo seguía meciendo, con ráfagas de rabia. Después del último grito y del terremoto, la tarde había dejado un eco atroz y tormentas en el alma de cuantos lo contemplaron. Horas después, el cadáver fue descendido y amortajado. Lo trasladaron a un sepulcro para enterrarlo en silencio, para que durmiera el sueño de los justos. Había prometido que resucitaría, pero ¿quién podía pensar en eso, después de tantos sufrimientos?
HABÍA un silencio de Viernes Santo en Cádiz, que se palpaba en las primeras horas de la tarde. Yo lo recuerdo de mi infancia, de hace más de medio siglo ya. Cuando el cortejo matinal del Sermón de las Siete Palabras regresaba a la Santa Cueva, ese silencio se espesaba, impregnaba la ciudad. Era algo indefinible, que parecía brotar de aquel espacio misterioso. En la Santa Cueva no entraban las mujeres ni los niños, y era como un lugar iniciático, propio de caballeros de siglos antiguos, que nos parecían inaccesibles. Se hablaba de Goya, se hablaba de Haydn, a los que parecía raro relacionar con el Cádiz de la posguerra, que ya había avanzado hacia la generación del 600. El Viernes Santo era un día de lutos rigurosos.
HOY es Viernes Santo, el día en que se conmemora la muerte de Cristo en la cruz. Se entienden mejor las terribles consecuencias del coronavirus. Hasta ayer han fallecido 15.238 personas en España, 652 en Andalucía y 141 en Sevilla. Entre esa larga lista de víctimas parece que faltan muchos más, que han muerto en residencias de mayores, sin que se haya podido acreditar que la causa fue el coronavirus, por la falta de test. La mayor vulnerabilidad está castigando a los más débiles, a esas personas a las que se llamaba ancianos o incluso viejos (en Sevilla hay una céntrica calle Viejos, un nombre que proviene del antiguo hospital); es decir, los mayores de 85 años, que están cayendo por decenas en muchas residencias.